Rosa Duarte, mujer extraordinaria por la generosidad de su espíritu
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En víspera de Semana Santa, el 28 de marzo pasado, como si se aludiera al calvario al que fue sometida la familia Duarte y Díez por Pedro Santana y los que como él no creían en las condiciones del pueblo dominicano para autogobernarse, fue develizado un cenotafio en el Panteón de la Patria en homenaje a Rosa Protomártir Duarte y Díez, en solemne ceremonia, por su entrega y arrojo a la causa de la independencia nacional, y a la pasión con que ejerció su condición de cronista de primera línea de la lucha de emancipación y de la obra redentora de Juan Pablo Duarte. Ese acto estuvo encabezado por la ministra de Cultura, Carmen Heredia de Guerrero.
En el 2020, se cumplió el bicentenario de su nacimiento: el 28 de junio de 1820. Y falleció en Caracas, Venezuela, el 25 de octubre de 1888.
A propuesta del Instituto Duartiano, presidido por Wilson Gómez, y la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, dirigida entonces por Juan Daniel Balcácer, así como de los escritores Eduardo Gautreau De Wind y Luis Martín Gómez, el presidente Luis Abinader Corona decretó ( el # 566-20 del 15 de octubre de 2020) la instalación del cenotafio para la heroína. Años antes, el historiador Vetilio Alfau Durán, en su libro Mujeres de la Independencia, había clamado para ella un significativo homenaje:
“Mujer extraordinaria por la generosidad de su espíritu – evocaba-, por su amor a la patria y por su devoción a la causa santa que encarnó su hermano, el mármol la reclama. Debe vivir en él, como vive palpitante en el agradecido corazón del pueblo por cuya felicidad hizo las más bellas ofrendas”.
En uno de sus considerandos del decreto, se expresa que “el pueblo dominicano tiene una deuda de eterna gratitud con los prohombres y las mujeres de personalidad muy destacada y de excepcional sensibilidad patriótica que, con su abnegación y sacrificio, lucharon por la independencia nacional y proclamaron la República Dominicana libre e independiente.”
En el artículo 1 del acto ejecutivo, “Se dispone el traslado al Panteón de la Patria de los restos mortales de Rosa Protomártir Duarte Díez, insigne luchadora independentista, miembro de La Trinitaria, heroína nacional, hermana del padre de la patria Juan Pablo Duarte y Díez, fundador de la República Dominicana.”
Rosa había fallecido en la misma casa de Caracas donde tuvo su último aliento el Padre de la Patria, el 15 de julio de 1876. Ella murió en 1888, como se dijo; en la calle Sur, casa No. 129, de la parroquia Santa Rosalía. Fue sepultada al día siguiente en la fosa No. 1428, 2do. cuartel de la sección 77, Cementerio General del Sur, llamado Tierra de Jugo, de la capital venezolana, el mismo en que fue inhumado el Patricio.
En una semblanza sobre el contexto en que habían sucedido esos tristes sucesos, el profesor Enrique Patín Veloz refiere que para sus vecinos de la Caracas de entonces, “Duarte era un dominicano que había tenido cierta importancia en su país o por lo menos eso era lo que parecía”. Agrega que se ignoraba que los Duarte se hallaban en tan espantosa miseria debido al amor que sintieron por su patria: en dos ocasiones, en 1844 y en 1863, sacrificaron por ella el patrimonio familiar.
Con relación a Rosa y a Francisca, Patín Maceo acota: “ Y en cuanto a sus hermanas, esas mismas gentes ignoraban que esas pobres mujeres, que ahora ni siquiera tenían buena vista para coser, en unión de su madre, ya fallecida, habían fabricado más de 5.000 balas para la independencia de su país”.
Los dramáticos sucesos de las luchas desatadas por el golpe militar trinitario del 9 de junio de 1844, que desplazó de la Junta Central Gubernativa a Tomás Bobadilla y el sector conservador (la proclamación de Duarte como presidente de la República por varios pueblos del Cibao; la toma del gobierno por Pedro Santana y la tenaz persecución contra los trinitarios y su inmediata deportación ),dieron lugar a que los Duarte y Diez se congregaran en Caracas, en la primavera de 1845.
En marzo toda la familia Duarte y Diez es obligada a salir del país, donde reinaba un verdadero estado de terror. Saldrían el día 19 hacia Venezuela, en la goleta inglesa Henry King. Viajaban Manuela, la madre; las hermanas Rosa, Francisca y Filomena, y Manuel, además de varios hijos de Vicente Celestino Duarte.
Desde su exilio en Hamburgo, Juan Pablo saldría para Venezuela, el 30 de noviembre (1844). En el mes abril pudo la familia reencontrarse en el puerto de La Guaira.