El oficialismo no para de regodearse de haber puesto candado constitucional para jamás poder repostularse por segunda ocasión.
Repasando nuestra reciente historia político-constitucional se observa que esos candados no constituyen ninguna novedad, haciendo pensar que esos regodeos constituyen actuaciones propias de sainetes.
Es tercera vez en 24 años del presente siglo que reforman nuestra constitución pretendiendo seducirnos con “jamases”
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La primera por la misma clase gobernante que nos gobierna, en 2002, como señuelo para restablecer reelección presidencial que había sido prohibida mediante Pacto por la Democracia.1994.
La segunda, en reforma del 2015, para modificar constitución 2010, que prohibía reelección.
El júbilo mostrado por oficialistas ante este tercer “jamás” es una pose ficticia que, como los precedentes, puede desvanecerse al violentarse los candados.
Y es que los candados se violentan con martillazos, lima y sustancias químicas.
Balaguer murió en 2002 antes que comenzaran seis modificaciones constitucionales para introducir y quitar tres “jamases”, por lo que quienes la convierten en “pedazo de papel” son los que le endilgan autoría sobre esta frase, en completa ignorancia, pues proviene de Prusia, siglo XVIII.
Lo que decía Balaguer es que cuando la Constitución no se cumplía, se convierte en pedazo de papel, que es lo que han hecho los gobernantes del presente siglo.
El sainete del oficialismo tiene pues otras justificaciones.
¿Suplir indiferencia ciudadana ante esa reforma? ¿Recuperar su imagen tras el fracaso de pretender reformar tributación sin mejorar gastos? ¿Distraer atención ante el gatopardismo de no remover sustancialmente funcionarios y concentrarse en nombramientos intrascendentes o conflictivos? ¿Cubrir ineficiencia gubernamental ejemplarizada en un sector eléctrico que alcanza perdidas del 44% cuando era 37% 2021? ¿Encubrir megacorrupción como la del Intrant, OGTIC, etc.?
El oficialismo no debe ignorar que la ciudadanía ya no se entretiene con sainetes. Debe concentrarse en resolver estos y otros problemas.
Y dejar de insistir, tan frenética y vehementemente, apenas transcurridos 77 días del presente período constitucional, en sainetes relacionados con candados y “jamases” que pudieran incluso interpretarse como deseos de liberarse de responsabilidades.