Por: Onorio Montás
El sistema vial, con sus calles y avenidas, constituye uno de los componentes esenciales de la ciudad. Las calles permiten que la ciudad funcione y son parte del sistema circulatorio que la alimenta, por lo que en la medida que permitan la fluidez del tránsito de vehículos y peatones, en esa misma medida permiten que la dinámica urbana responda a las necesidades de sus habitantes.
En Santo Domingo, en algunos sectores, esa continuidad de las calles se ha roto por múltiples motivos, desde la topografía del territorio hasta por rencillas familiares o por mala planificación, como ocurre en Gascue al sur y norte de la avenida Bolívar desde la calle Pasteur hacia el oeste, donde las desavenencias entre Pedro A. Lluberes y Enrique Henríquez no permitieron que las calles perpendiculares cruzaran libremente de un lado a otro.
Algunas decisiones administrativas han eliminado conexiones útiles y en otras ocasiones se han cedido porciones de calles a sectores privados.
Un ejemplo dramático es la desaparición de la calle Tulio Mariano Cestero, que comenzaba en el Cementerio Municipal de la avenida Independencia y terminaba en la avenida Bolívar y Julio Verne, pero por una decisión administrativa de un síndico muy controvertido y para complacer a un empresario se clausuró esta vía neurálgica para desahogar el tránsito que circula por el parque Independencia. Ahora todos los vehículos se dirigen hacia el este. Pero en la zona intramuros hay una gran cantidad de calles y callejones cortadas o sin salida, como “El Embudo”, entre la Juan Isidro Pérez y José Reyes, “Jobo Bonito”, “La Noria”, “Sal si puedes”, “María La O”, “Macorís”, “Callejón de Regina”.
Lo que fue el inicio de la calle Pina desde la avenida. Mella convertido en callejón peatonal
La calle Pina, que se iniciaba en la avenida Mella, justo donde estaba uno de los primeros distribuidores de electrodomésticos Hotpoint y neveras de querosén Electrolux Nassin J. Diná, pasando por el famoso Restaurant Mario y la Farmacia Esmeralda terminando en la George Washington, pero al restaurar la muralla límite oeste de la Ciudad Colonial, la cortaron.
Lo mismo ocurrió con la Doctor Guerrero, la Doctor Brenes, Ciudad de Miami o Doctor Tejada Florentino, eliminadas para construir un mamotreto en sustitución del antiguo Teatro al Aire Libre de “La Voz Dominicana”. La calle Hatuey, entre San Juan Bosco y Ciriaco Ramírez, la Cachimán, que le fue cortada una parte entre la Doctor Delgado y Galván hace pocos años para un parqueo de vehículos del Colegio María Auxiliadora, entre otras.
A otras calles les han cambiado sus nombres, como la Calle Primera, que pasó a llamarse Monseñor Ricardo Pittini, la que se confunde con la Doctor Guerrero. En esta pequeña calle vivía mi admirada Gilem Nazir (Elenita Santos, quien vive en Palm Springs, Florida, junto a su madre y sus dos hermanas, Olga y Mariíta Nazir.
También vivían en nuestro barrio un “brujo” famoso, René García, al lado de Elenita, donde siempre a toda hora había una larga cola de todo tipo de vehículos de personas “brujeando”, pero había otro en la San Francisco de Macorís al lado de una famosa tienda de fantasías que llamábamos de las “Jamonas” porque eran dos hermanas solteras y justo detrás del Cine Ranfis en la San Martín, de Manguel Pérez, este otro brujo que utilizaba una “Bola de Cristal” para revelar los secretos de sus clientes, el doctor Valerio, como él se hacía llamar, distribuía todos los años un calendario entre los vecinos que decía:
DR. Juan B. Valerio
Astrólogo de fama internacional.
Graduado en la Soborna de París.
Tenía una enorme casa. con un gran jardín en todo el frente, casi al lado de un oficial del Ejército Nacional que se hizo muy famoso, Manuel de Jesús Checo, por los cuentos que se inventaban de la imaginería popular.
Vivían una enorme cantidad de jóvenes y adolescentes: Juan de la Cruz Rojas Alou (Belé), Richard, José e Iván Sella León, que vivían en la calle San Francisco de Macorís y en la Cotubanamá; su primo Ricardo Rojas León, José (Che) y sus dos hermanos Guzmán, Fellito y Heberto Quírico, otros numerosos hermanos que vivían al final la Hilario Espertín al lado de Diana y Maritza Lapaix, los Herrera Pavón, Emerenciana (Mera) Rafael (Guio), Dionisio (Macho), George (Tuto), Gaetano (Cuqui) y Mirtha hijos de Dionisio Casimiro Herrera Montás.
Recuerdo un episodio en mi casa donde vivíamos los 5 hermanos además de dos primos que vivían en mi casa, Julio Lamberto Bryan González, que estudiaba ingeniería en la UASD y Waldo Roger Estévez Montás, dibujante y caricaturista, pero era un centro permanente o punto de reunión de los amigos de cada uno de los hermanos Montás González como Héctor Bienvenido Dotel Matos, los hermanos Golibart, Raúl Melo Matos, Yeyo Inoa Peña, Héctor y Vladimir Larrache Álvarez, Federico (Fillo) Nadal, Gregorio Hiciano, Ismael De Peña Tactuk, Larrache Álvarez, Alejandro y Senén Paz Mena, Miguel Ángel Jiménez, Rafael Villalona Marina (Michi), Luis y George Ventura.
En nuestra casa teníamos un segundo nivel donde habitamos los varones y en una oportunidad Macho Herrera Pavón, que era hiperactivo, subía los escalones de madera corriendo y debajo teníamos un enorme perro Pastor llamado Duke y al subir la escalera el perro lo mordió varias veces y su padre se presentó a nuestra casa con arma de fuego al cinto a aclarar el incidente y al averiguar nuestro apellido resultó que él era Herrera Montás y resultó que éramos familia y todo terminó en sonrisas y abrazos.
Una de las calles más icónicas de la ciudad de Santo Domingo es la Cachimán, que se inicia en la San Francisco de Macorís cruzando la Martín Puchi, Doctor Delgado, Galván y terminando en la Rocco Cocchia con la particularidad que en el último tramo tiene dos niveles.
En el nivel superior vivían José Miguel Cartagena Portalatín, Enrique Lantigua, Felipe Cartagena Portalatín, desgraciadamente el tramo entre la calle Galván y Doctor Delgado fue tronchado para que las monjas del Colegio María Auxiliadora tuvieran parqueo y área de patio, además del patio interior del edificio, y a los pocos meses cerraron el colegio, pero se mantiene cortada, al igual como hicieron con la calle Pellerano Alfau en la Ciudad Colonial que comunicaba la Isabel la Católica con la calle Las Damas para un parqueo para los curas.