El mundo está revuelto y los pronósticos reportan empeoramiento con el tiempo. Dos hechos puntuales encarecen el transporte marítimo de productos terminados y de materias primas, amenazando seriamente la estabilidad económica mundial.
Uno, el Canal de Panamá, vital para el comercio global, transitan anualmente alrededor de 14,000 cargueros, desde hace meses atraviesa por una situación delicada por escasez de agua y aumentos significativos en tiempo de tránsito, lo que ha encarecido el flete marítimo.
Y dos, los ataques de los hutíes de Yemen a buques mercantes vinculados o no a Israel, y la respuesta de Estados Unidos e Inglaterra en defensa de la libre navegación con el peligro de que se extienda la guerra, está generando consecuencias económicas para el mundo, las principales compañías de transporte marítimo evitan pasar por el mar Rojo, delimitado al norte por el Canal de Suez y al sur por el estrecho de Bab el-Mandeh, por donde atraviesa alrededor del 15% del tráfico marítimo mundial, decidieron circunnavegar África, por el cabo de Nueva Esperanza, lo que ha encarecido los fletes en 170%.
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El temor de Organismos Internacionales y bancos centrales es que el rápido y brutal encarecimiento, junto a la reducción de inventarios de materias primas y productos terminados, desencadene otra inflación mundial de costo parecida a la que siguió el Covid-19. Por experiencia sabemos que cada fuerte elevación de los precios importados, reduce la tasa de crecimiento del PIB real, y aumenta el desempleo y la inflación, tiene un efecto similar al del impuesto sobre importaciones de bienes y su consumo, reduciendo el ingreso de familias y rentabilidad de las empresas.
Con esos conocimientos lo recomendable, por un lado, es dar seguimiento al movimiento de los precios internacionales de bienes, comenzando con el petróleo, podría dispararse, y de los fletes marítimos, en nuestra economía impacta alrededor del 90% de los bienes que importamos y 70% de lo exportado. Tener presente, además, que el proceso desinflacionista, que duro doce meses, de noviembre de 2022 a noviembre de 2023 cuando la inflación interanual cerró en 4%, se hizo acompañar de aumentos en el consumo de familias e inversión de las empresas, con efecto positivo en el crecimiento del PIB real y mercado laboral.
Y, por otro lado, tener presente que la rápida desaceleración del comercio exterior por aumentos bruscos de precios internacionales tiene los efectos contrarios, es decir, ralentiza el crecimiento del PIB real, crea desempleo y aumenta el Índice de Precios al Consumidor, por lo que es necesario vigilar los cambios de precios en los renglones de mayor contribución relativa en la desaceleración de la inflación, desde el pico de 10.48% en mayo de 2021 hasta 3.57% en 2023, por debajo del valor central del rango meta de 4.0 % ± 1.0 %, ahora son los más expuestos.
Me refiero a que, no obstante, el aumento interanual de 6.1% en alimentos y bebidas no alcohólicas, pudieron más productos y servicios con precios regulados, como los combustibles, tarifa eléctrica, transporte, bebidas alcohólicas y tabaco, por lo que, mientras no se haga la reforma fiscal integral, el gobierno debe mantener la política de subsidio para cuidar el poder de compra del salario y preservar la demanda interna, sin abandonar la práctica de convertir gasto corriente en gasto de inversión, sin aumentar el gasto total.