-Parte 2-
Había decidido escribir una sola entrega sobre la volátil situación que vive el clero católico frente al Gobierno de Nicaragua, pero en vista de los últimos acontecimientos en los cuales ha tenido que intervenir el papa Francisco, hemos decidido, debido a nuestra vivencia experimentada cuando el régimen de Trujillo enfrentó la Iglesia en 1960, emitir algunos conceptos sobre el resultado de esta actuación. Esta acción precipitada por el Gobierno no ha medido las graves consecuencias que pueden acarrear, ya que el pueblo nicaragüense es eminentemente católico. A consecuencia de dicha situación, ya se ha producido una condena global de los ataques del Gobierno de Nicaragua a la iglesia en general.
El obispo de Matagalpa Rolando Álvarez Lagos, que se había refugiado en su curia conjuntamente con otros religiosos y laicos, al imputarle el Gobierno sandinista intenciones de subvertir el orden; la policía penetró violentamente en el Episcopado, arrestando al obispo y sus acompañantes, lo cual ha generalizado llamadas para que cese la represión, persecución y las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua.
El Consejo Centroamericano de Procuradores de Derechos Humanos hizo un llamado a detener la represión y persecución contra los representantes de la Iglesia católica. De su parte, el cardenal Juan José Ormelia, presidente de la Conferencia Episcopal Española, reclamó la liberación inmediata del obispo Roberto Álvarez y sus acompañantes.
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Otra reacción la expresó la Conferencia de Obispos de los EE.UU., que se solidarizó con sus colegas nicaragüenses, reclamando la inmediata libertad de los religiosos apresados. Asimismo, la Conferencia del Episcopado Dominicano expresó su solidaridad con la Iglesia de Nicaragua.
De su parte, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterrez, declaró su preocupación por la redada llevada a cabo por las autoridades de Nicaragua, contra la jerarquía eclesiástica y exigió la inmediata liberación de los apresados.
En Nicaragua no solo la Iglesia católica ha expresado y realizado manifestaciones contra las arbitrariedades cometidas contra sus autoridades y fieles, también, los estudiantes de Niquinohomo, ciudad del nacimiento de Sandino, lidereados por el Movimiento 19 de Abril, tiene un piquete montado contra las autoridades gubernamentales exigiendo, que tanto Ortega como la Murillo, participen en el diálogo y que el mismo se transmita por medios de comunicación independientes.
Recientemente, vándalos azuzados por la soldadesca sandinista y adláteres penetraron en un templo dedicado a San Expedito, cuya imagen sacaron del altar y salvajemente la destrozaron, haciendo alarde de su fiereza, que más bien resultó una cobardía. En esa acción, se escuchó a un sacerdote expresar, “la Iglesia no se doblega”.
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Con respecto a esa última expresión, debemos recordar que el dictador Trujillo, que tenía una estructura militar más poderosa y disciplinada que la sandinista, cuando encarceló miles de jóvenes que protestaban contra su régimen, la dictadura tuvo que soportar la lectura de una Carta Pastoral en enero de 1960, donde la Iglesia clamaba por la libertad de los jóvenes apresados, que se habían manifestado contra la dictadura de Trujillo.
Daniel Ortega y sus secuaces deberían asimilar esa lección para suavizar sus brutales ataques contra la Iglesia y sus feligreses. El Gobierno del líder socialista otrora combatiente contra la dictadura de los Somoza, hoy realiza actos tan violentos y arbitrarios como aquellos, ordenando el cierre de las estaciones de radio católicas y al mismo tiempo, penetrando en las iglesias para sacar a los fieles que se encuentren en oración.