Militares del Cesfront limpian los escombros dejados por los disturbios causados por los haitianos en la frontera de Dajabón.
El impacto económico, político, social y de salud que puede generar la vulneración de la frontera la convierten en zona crítica, y aunque las autoridades han reforzado la vigilancia con tecnología, más retenes y soldados, la realidad arroja que falta acción para frenar el contrabando y la entrada de ilegales.
El especialista en seguridad y gerente de Grupo Eulen, Juan Tomás Herrera, enumera entre las estrategias requeridas mayor personal, sobre todo en los accesos informales al país, y equipos tecnológicos más adecuados.
Esto para desmantelar grupos que facilitan el ingreso de indocumentados y de mercancía ilegal.
Asegura que las herramientas para el patrullaje están lejos de ser las idoneas y asegura que la estrategia debe ser una combinación de personal con la preparación necesaria y soluciones integrales de seguridad electrónica, como drones, cámaras térmicas o infrarrojas en torres; modelo utilizado por Estados Unidos para el control de sus franjas fronterizas.
Llama a tomar en cuenta el riesgo para una nación cuando sus fronteras son vulneradas, lo que las convierte en tema país.
“Por ejemplo, según la Dirección General de Migración han deportado en 2021 a 31.764 haitianos, que sin control migratorio accedían a este lado, este hecho es un posible problema de salubridad en la comunidad, más, por los contagios de covid-19”, plantea Herrera
Indica que las condiciones geográficas dificultan la vigilancia, lo mismo que los muchos puntos frágiles para la comisión de delitos.