El estadio Nuevo Mirandilla de Cádiz fue escenario el pasado sábado del partido en el que el Barcelona goleó a los gaditanos por 0-4.
Pero también fue testigo de un gran acontecimiento, con final feliz, donde la solidaridad humana estuvo por todo lo alto.
Un fanático del Cádiz, dicen que octogenario, sufrió un infarto cuando se jugaba el minuto 81 (aproximadamente). De inmediato inició lo que se ha denominado como “la heroica cadena humana” que salvó la vida del señor.
Desde los fanáticos adyacentes que dieron la voz de alarma, la rápida intervención de paramédicos, el árbitro Carlos del Cerro Grande detuvo las acciones, los jugadores y el público en general tuvieron un comportamiento ejemplar y hasta un fanático del Barcelona, cardiólogo, que estaba en las gradas, se acercó a ayudar, las oraciones (arrodillado) del uruguayo Ronald Araujo. Y se resalta, y recorrieron el mundo, las imágenes de cuando Conan Ledesma (portero argentino del conjunto del Cádiz), recogió un desfibrilador que le pasó Carlos Nogueira, un fisioterapeuta del Barcelona, y corrió por medio del campo de juego hasta llegar a las gradas cercanas, lo pasó a los fanáticos de los primeros asientos, y manos tras manos, llegó al equipo que buscaba reanimar al paciente. Y lo lograron. Y se reanudó el encuentro más de una hora después.
Esto nos enseñó que la solidaridad existe sin necesidad de pedirla. Los actuantes el sábado fueron voluntarios de gran valor para salvar una vida. De seguro muy pocos conocían al señor afectado, pero todos se unieron por su vida. Esto nos enseña la necesidad de que los estadios deben estar preparados para estas situaciones.