Guardianes de la verdad Areíto

Arquitectura

Umberto Eco: Las redes, la invasión de los imbeciles

Umberto Eco fue filósofo, medievalista, semiólogo, experto en comunicación, debutó en la ficción en 1980 con “El nombre de la Rosa”

Umberto Eco

Umberto Eco

Publicado por

Creado:

Actualizado:

Umberto Eco (1932 – 2016) nació en Alessandria (Italia), fue uno de los más grandes intelectuales de la segunda mitad del siglo XX. Su educación tiene raíces en la tradición filosófica de Turín, en particular en la escuela de Luigi Pareyson, con quien se graduó en 1954 con una tesis sobre Santo Tomás de Aquino. La Edad Media seguirá siendo una constante en su reflexión, no solo como objeto de estudio, sino como laboratorio simbólico de estructuras narrativas mitológicas y cosmovisiones.

Umberto Eco fue filósofo, medievalista, semiólogo, experto en comunicación, debutó en la ficción en 1980 con “El nombre de la Rosa”, seguida de “El péndulo de Foucault (1988), “La isla de antes” (1994), “Baudolino” (2000), “La misteriosa llama de la reina Loana” (2004), el cementerio de Praga (2010) y “Número cero” (2015). Entre sus números obras de no ficción (académica y de otro tipo) se encuentran: “Tratado de semiótica general” (1975), “Los límites de la interpretación’ (1990). “Kant y el ornitorrinco” (1997). “Del árbol al laberinto” (2007), “Pape Satán Aleppe” (2016) e “Il fascismo eterno” (2018). Ha publicado el volumen “Historia de la Belleza” (2004). “Historia de la Fealdad” (2007). “Vértigo de la Lista” (2009), “Historia de tierras y lugares legendarios” (2013) y “A hombros de gigantes” (2017).

El 10 de junio de 2015, después de recibir la “Laurea Honoris Causa” en Comunicación y Cultura Mediática, en la Universidad de Turín (Italia), reconocimiento por sus aportes al enriquecimiento de la cultura italiana e internacional en el campo de la filosofía, el análisis de la sociedad contemporánea y la literatura, y la renovación profunda del estudio de la comunicación y la semiótica. En la Universidad de Turín, Eco se graduó en Filosofía en 1954. Umberto Eco comentó de manera divertida: “La segunda vez en la misma universidad, me parece legítimo, aunque hubiera preferido un título en física nuclear o en matemáticas”. (Umberto Eco recibió la “Laurea Honoris Causa” de 25 universidades de todo el mundo)

Ese día, Umberto Eco pronunció las siguientes palabras ante los periodistas que abarrotaban el aula magna de la Cavallerizza Real en Turín: “Las redes sociales dan derecho a hablar a legiones de imbéciles que antes hablaban en el bar después de una copa de vino, sin ofender a nadie, que venían mandados a callar inmediatamente, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar de un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles”.

Tras la evolución que están viviendo las redes sociales, que también tiene implicaciones en la actualidad criminal, podemos creer sin lugar a duda que Eco había visualizado las cosas y que su lectio magistralis fue una advertencia profética que todos deberíamos haber tenido en cuenta.

En el 2015, Umberto Eco, ante un público muy respetable, invitó a los periódicos a “filtrar la información de Internet con un equipo de especialistas porque hoy nadie es capaz de saber si un sitio es fiable o no” y dedicar al menos dos páginas al análisis crítico de los sitios de Internet. Los profesores “enseñarán a los estudiantes a utilizar los sitios para escribir sus ensayos”. Saber copiar es una virtud, pero hay que comparar la información para saber si es fiable o 

no.

Si se hubieran tenido debidamente en cuenta las palabras de Umberto Eco hace diez años, probablemente nos habríamos ahorrado el espectáculo injustificado que presenciamos a diario y no habríamos experimentado esta preocupante involución que ahora parece no tener límites. En la era de la información inmediata, las noticias falsas viajan más rápido que las noticias reales. La desinformación digital es una amenaza a la confianza de los ciudadanos y a la calidad del debate público. Vivimos en una época en la que cualquiera puede publicar, comentar y compartir. La democratización de la información ha traído consigo la difusión masiva de noticias falsas o manipuladas que se difunden online a una velocidad impresionante. Según una investigación de la Unesco, el 85% de las personas del mundo dice estar preocupada por la influencia de la desinformación. El 87% considera una amenaza para la vida política de su país.

En la importante revista política, económica y cultural italiana, L’Espresso, Umberto Eco tenía una sección cultural que denominaba “La Bustina di Minerva”, en ocasiones afrontó el tema de los “fake news”. En uno de estos aportes, Umberto Eco lanzaba un grito de alarma contra el gran peligro de los imbéciles que escriben estupideces, cuando hablan de argumentos sobre los cuales no son competentes, desatando reacciones inmediatas de muchos que responden sin reflexionar lo que escriben. En su libro “Pape Satán Aleppe, Umberto Eco escribe: “Admitiendo que sobre siete mil millones de personas del planeta exista una dosis inevitable de imbéciles, muchos de ellos, en un tiempo comunicaban sus estupideces a sus amigos más cercanos o en el bar, así sus opiniones quedaban limitadas a un grupo mínimo de personas. Ahora, una consistente cantidad de personas tienen la posibilidad de expresar sus propias opiniones en los social network. Por lo tanto, estas opiniones obtienen audiencias altísimas y se confunden con tantas otras expresadas por personas razonables”.

Las redes han subvertido nuestros valores: lo que debería darse por sentado es la excepción. Lo que debería ser la excepción es la norma.

A esa idea Eco reflexiona: “La televisión había promocionado al idiota del pueblo frente al cual el espectador se sentía superior. La tragedia de Internet es que la convertido al idiota del pueblo en portador de la verdad”.

Si realmente no podemos prescindir de las redes sociales, elijamos cuidadosamente las personas y las páginas a seguir: si se utilizan bien, las redes sociales pueden ofrecer grandes oportunidades de crecimiento. Dudamos de todo lo que leemos que no sea papel impreso o periodismo serio en línea y evitamos expresar juicios en la web. Sería maravilloso que las redes sociales se conviertan en portavoces y embajadores de un rentable retorno a los clásicos y ya no de su mera explotación por parte de quienes, en busca de seguidores, combinan frases “cultas” con fotografías, por así decirlo “intrigantes”.

Umberto Eco ve futuro para los medios impresos. “Hay una vuelta al papel. Las empresas estadounidenses que han vivido y triunfado en Internet han comprado periódicos. Esto dice que hay futuro, el periódico no desaparecerá al menos durante los años que a mí me permitan vivir. Más aún en la era de Internet en la que el síndrome de la conspiración hace estragos y proliferan los imbéciles”.

Los periódicos impresos han sido colocados en un segundo plano por las redes sociales sobre todo porque las informaciones están siempre atrasadas con respecto a la velocidad del Internet. Umberto Eco sostenía que los periódicos impresos deberían dedicar al menos dos páginas cada día al análisis de los sitios Web, indicando los mejores y señalando los que difunden falsedades e imprecisiones. Esto sería un importante servicio al público e incentivo a una nueva función.

Tuve la oportunidad de saludar a Umberto Eco cuando andaba a cenar a la casa-estudio de Vittorio Gregotti, en Milán, con quien compartía una grandísima amistad.

Sobre el autor

George Latour Heinsen

tracking