Terremoto de inteligencia artificial

Terremoto de inteligencia artificial

Eduardo Klinger Pevida

Desafiando las tormentas que algunos pretenden encimarle en múltiples escenarios para frenar su desarrollo, la plataforma china de inteligencia artificial (IA Deepseek) irrumpió en el mercado mundial provocando un terremoto que derrumbó rascacielos que parecían inalcanzables. El subsiguiente sunami tecnológico barrió en un día más de un millón de millones de dólares en cotización de acciones de las grandes tecnológicas que se vanagloriaban de un poder absoluto. Solo la estadounidense fabricante de chips Nvidia marcó caída del 17% o 590 mil millones. Otras grandes tecnológicas la acompañaron barranco abajo.

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Entre sorprendido y preocupado el presidente Trump lo consideró un “llamado de atención” y exhortó a las compañías estadounidenses a “competir para ganar”. Sin embargo, precisamente eso, la competencia, es lo que EEUU trata de impedir con medidas de exclusión de las empresas chinas. Tan pronto Deepseek se convirtió en la aplicación gratuita mejor valorada en EEUU ofreciendo mejor rendimiento con menor costo de entrenamiento, comenzó a recibir “ataques maliciosos a gran escala” aunque no lograron paralizarla. DEEPSEEK genera gran impacto geopolítico. Al hecho de ser una innovación china, ya de por sí alarmante y sorprendente en occidente, se une un costo mucho menor del que dicen otras tecnológicas que les ha costado a ellas, y, además, está disponible en acceso abierto por lo que otros la pueden descargar y usar para sus aplicaciones.

Para su entrenamiento requirió menor capacidad de cómputo y, en consecuencia, menor costo. Además, expuso que es posible el desarrollo de modelos sin necesidad de enormes cantidades de chips de IA. Lejos del uso de IA con fines militares Deepseek muestra la viabilidad económica de aportar IA pública, abierta y auditable para incrementar los servicios de salud y educación.

Cuando desde Washington lanzaron una fuerte campaña para detener el avance de China muchos dudaron de que Beijing pudiera resistir y superar el reto; ahora la verdadera duda es si EE. UU. puede detener a China. Sanciones y restricciones de EE. UU. han constituido tanto un reto como un aliciente a la investigación y la innovación.

En 2011 el Congreso norteamericano aprobó una legislación prohibiendo se le suministrase a China elementos que le permitieran la exploración espacial; hoy China tiene una estación en órbita y programas para la Luna y Marte. Tratan de bloquear la 5G china, pero hoy Beijing trabaja la 6G.

Definitivamente, la ciencia no tiene límites y tampoco obstáculos que la frenen.