Más allá de su espectacularidad, reuniendo las obras de más de 300 artistas de todo el planeta y 30 eventos colaterales, al focalizar su propuesta curatorial en creadores de regiones y contextos marginales; inmigrantes, exiliados, excluidos, expatriados, refugiados y extraños, el curador brasileiro Adriano Pedrosa, ha previsto y logrado la Exposición Internacional de la 60 Bienal de Venecia como ardido, disruptivo y libertario recordatorio de la vitalidad del arte moderno y contemporáneo del Sur Global…
Un bailoteo celebratorio hechiza el circuito artístico y cultural institucional de Latinoamérica y el Caribe. Eso sí, al frente de los extasiados arreciadores de la eléctrica cadencia de la partitura del orgullo, destaca una legión de coleccionistas, estudiosos y amantes del arte contemporáneo de estas fantasmáticas topografías espirituales, fascinados en su delirio de la irreverente profecía de una voz decisiva en la poderosa estructura organizativa de la Biennale di Venezia, una de las instituciones culturales de mayor prestigio universal y escenario artístico de crucial importancia durante las última trece décadas.
Esa voz sería la del respetado curador brasileiro Adriano Pedrosa (1965), director artístico del Museo de Arte de Sao Paulo (MASP) desde el 2014 y designado a finales del 2022 por el Directorio como director del Sector de Artes Visuales con la tarea específica de curar la Exposición Internacional de Arte de la 60 Bienal de Venecia, inaugurada el pasado 20 de abril en los espacios de los Giardini y el Arsenale de la ciudad de Venecia, Italia. Adriano Pedrosa se ha convertido en el primer curador latinoamericano en tener la responsabilidad absoluta de los interese, ejes y destinos curatoriales estratégicos de la sexagésima edición de la poderosa y mítica Biennale, abierta aún hasta el 24 de noviembre del año en curso.
Algunos críticos y especialistas respetados han señalado la 60 Bienal Internacional de Venecia, cuyo lema es “Stranieri Ovunque/Extranjeros por todas partes”, como una de sus ediciones más polémicas. Y el debate era previsible ya que la premisa central de Adriano Pedrosa ha sido su apuesta resuelta a las voces marginadas por los circuitos culturales artísticos opulentos; al reconocimiento de los derechos y valore culturales identitarios del inmigrante y a la misma celebración de lo extraño, lo ignorado y lo foráneo.
Claro, los criterios selectivos de Pedrosa en la articulación de la muestra central de la 60 Bienal de Venecia, traslucen su compromiso populista con lo querer y las estéticas indígenas y han provocado nuevos giros discursivos sobre problemáticas complejas como los límites del canon estético eurocéntrico; las expresiones de la libertad individual, la diversidad y el activismo sociopolítico desde las prácticas artísticas; el artesanado como expresión legítima del arte contemporáneo y las intercesiones entre artes visuales y migración.
Problemáticas que han marcado precisamente la exposición central y la premiación de la 60 Bienal de Venecia. Con la formidable instalación “Kith and Kin”, del artista de ancestría aborigen Archie Moore, Australia obtuvo el León de Oro al mejor Pabellón Nacional. El León de Oro Internacional lo obtuvo el Colectivo Mataaho, compuesto por mujeres de ancestría Maorí de Nueva Zelanda.
El jurado otorgó dos menciones honoríficas a la artista visual, educadora y activista palestino-estadounidense Samia Halaby (1936) por su pintura “Black is Beautiful” (1969) y a la artista trans argentina, La Chola Poblete (1989) por su trabajo recuperador de saberes ancestrales latinoamericanos. Asimismo, el León de Oro de Honor fue otorgado a la polifacética y consagrada artista brasileira Anna Maria Maiolino (1942) y a la pionera artista turco-francesa Nil Yalter (1938).
En sus espacios expositivos tradicionales, la muestra central de la 60 Bienal de Venecia se despliega en dos núcleos curatoriales y museográficos principales: el “Núcleo Histórico” y el “Núcleo Contemporáneo”, abordando ambos el proceso de apropiaciones, asimilaciones y/o transmutaciones de las estéticas vanguardistas occidentales del siglo XX.
Como resultados atributivos y significativos de este proceso, además de corresponderse a los criterios curatoriales des la muestra, Adriano Pedrosa incluyo en el “Núcleo Histórico” o de “Retratos”, tres obras magistrales y paradigmáticas de la modernidad artística dominicana. Se trata de las pinturas tituladas “Desnudo” (1948) de Celeste Woss y Gil (1891-1985); “Japonesa” (1927) de Jaime Colson (1901-1975) y “Marchanta” (1976) de Gilberto Hernández Ortega (1923-1979), las tres procedentes de los fondos del Museo Bellapart.
Coincido plenamente con Myrna Guerrero, directora ejecutiva del Museo Bellapart, en que la inclusión de las obras de Celeste Woss y Gil, Jaime Colson y Gilberto Hernández Ortega en la exposición central de la 60 Bienal de Venecia, no solo confirma la excelencia cualitativa característica de la obra de estos tres maestros emblemáticos, sino que también es prueba axiomática de la respetabilidad de sus aportes a la pintura caribeña y latinoamericana y la trascendencia universal de su legado estético…