Por: Eliana E. Gómez
La aviación no es política, la aviación es técnica. Siempre que decía esta frase recibía miradas atónitas de gente ya acostumbrada a que las cosas funcionaran a medias, acostumbrados por décadas a todo lo que pasa dentro de un sector que nos obliga a callar los temas delicados -confidencialidad, seguridad estatal-
y a escribir apenas de manera general sobre temas incluso menos relevantes.
Es válida la crítica de muchos lectores al pensar que en ocasiones mi escrito resulta muy técnico, no es coincidencia, me falta valentía para simplificar lo que trato de decir entre líneas y siempre en la búsqueda de no generar atención mediática, o peor aún, de que la oposición asuma mi postura como propia -da
terror.
Desafortunadamente en la República Dominicana son pocas las voces que suman a la causa de tecnificar el sector, y la prensa es cómplice de ese silencio, o en el mejor de los casos es apenas reconocida por no comprender o informar con precisión los hechos en la aviación, por falta de los conocimientos
técnicos más rudimentarios.
El país se ha caracterizado por contar con representantes en materias de Aviación Civil que carecen de los requisitos mínimos para negociar un acuerdo en nombre del Estado, para hacer cumplir, implementar/modificar una ley ignorada por el propio Poder Ejecutivo, a modo que se adapte a los tiempos y a la operativa del sector o para representarnos ante la Organización de Aviación Civil (OACI). Un equipo menos malo que el de gobiernos pasados -consuelo de tontos-, un equipo que siendo “menos malo” es insuficientemente técnico como para emitir resoluciones que no generen ruidos y cambios repentinos porque se obvian los más mínimos estándares de operación, representantes incapaces de
cuestionar la fortaleza de un sector privado tecnificado y eficiente, o de aportarles al menos la estructura necesaria para lograr el crecimiento que se avecina. En otro ámbito, quizás aplicaría la analogía de decir que en una ocasión un amigo ingeniero civil me comentaba de manera simple y cruel, que un maestro constructor nunca será ingeniero.
La falta de tecnicismo del sector no es coincidencia, está bien pensado, estructurado por décadas desde los más altos niveles del Estado, y no, no hemos cambiado, hemos continuado esa práctica, los profesionales siguen en desventaja sobre los amigos, políticos y los interesados en llevarse del botín
todo lo que puedan mientras dure; los bonos de algunos, no de todos, los permisos bajo excepciones a la ley de algunos operadores, no de todos, las represalias a operadores aéreos internacionales, más no a los nacionales, la falta de respuesta ante denuncias válidas a las instituciones del Estado de que deben velar porque este escrito no exista. Los profesionales van con mucha carga a este sector -los que llegan-, van representando a su Alma Máter, a sus antiguos profesores, a sus antiguos empleadores, a una educación de primera que les hace inmerecedores de la confianza del jefe y que les prohíbe integrarse a lo corrompido por décadas, a lo insano; la realidad es que una vez no eres parte de lo que se reparte, entonces dejas de pertenecer.
El derecho a la verdad, la que está escrita en leyes y regulaciones, la que sin dudas rige a la aviación civil internacional, y sin embargo, expulsa a otros países a profesionales del sector de la República Dominicana, porque aquí no hay cabida para ellos, pero para los amigos, los políticos, para los que piensan que la seguridad en la Aviación Civil es responsabilidad de los aeropuertos internacionales y no del Estado, para los que han defendido abiertamente a pasajeros insubordinados en suelo estadounidense, careciendo de jurisdicción y conocimiento del tema, para ellos hay espacio, porque de la misma forma que defienden criterios desde el desconocimiento, frente a cámaras y sin titubeos, de esa misma forma defienden intereses ajenos a la Aviación Civil, intereses ligados a los lineamientos de partidos, no a las políticas de Estado que se hacen urgente.
N.A Intentar a toda costa no generar ruido, emitir denuncias a través de los canales correspondientes -DIGEIG, MAP-, para terminar escribiendo en un periódico nacional; no es lo que imaginaba y definitivamente nunca fue una meta, ha sido una necesidad construida por circunstancias ajenas a mí
personalidad incluso, pero uno no es valiente porque quiere, sino más bien porque necesita serlo.