Contrabando y piratería en Santo Domingo: Un Viaje a la Historia episodio 25

Contrabando y piratería en Santo Domingo: Un Viaje a la Historia episodio 25

Contrabando y piratería en Santo Domingo: Un Viaje a la Historia episodio 25. HOY DIGITAL

En los inicios del siglo XVI el imperio español, consciente de la inmensa riqueza existente en el llamado Nuevo Mundo, estableció un estricto y riguroso sistema de control y monopolio sobre la producción y comercialización de mercancías procedentes de sus colonias, como lo veremos en un Viaje a la Historia.

Para esos fines, en 1503, se estableció  la Casa de Contratación de Sevilla, institución responsable de regular todas las actividades comerciales realizadas desde las colonias hacia España y viceversa, así como cobrar impuestos y llevar registros de las operaciones contables.  

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Casa de Contratacion de Sevilla. Un Viaje a la Historia

Después de las bulas alejandrinas (1493) y del Tratado de Tordesillas (1494), instrumentos jurídicos que fueron resultado de intensas gestiones diplomáticas entre representantes de los Reyes Católicos y del Rey de Portugal, quedaron definidos los territorios sobre los cuales ambas monarquías ejercían sus respectivos dominios.

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En el caso de las Indias, como llamaron los cronistas a los nuevos territorios y culturas descubiertos a raíz de la empresa colombina de 1492, España se consideró su legítima y exclusiva soberana. Sin embargo, países rivales de la Corona española, como Inglaterra, Francia, Holanda y también Portugal, no estuvieron de acuerdo con ese privilegio que se atribuía España.

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Bulas Alejandrinas de los Reyes Católicos. Un Viaje a la Historia

Mientras esas cuestiones eran debatidas en Europa, una serie concatenada de acontecimientos permitieron el surgimiento de nuevas confrontaciones bélicas entre diversos reinos debido a la desmedida política de expansión territorial y de dominio monárquico que tenía lugar en el viejo continente.

Poco tiempo después las guerras europeas generaron una especie de prolongación de esos conflictos hacia el mundo americano, especialmente en el área de las Antillas, originándose de esa manera una nueva modalidad para combatir el monopolio comercial y económico ejercido por España a través de la Casa de Contratación.

Fue así como surgieron el contrabando y la piratería contra las colonias españolas.

Un grupo de aventureros, ladrones de mar, piratas y bucaneros, naturales de naciones enemigas de España se dedicaron a la práctica de atacar y saquear tanto a las principales ciudades de las Antillas como a los buques españoles que navegaban desde América hacia Sevilla abastecidos de azúcar, cueros y otros productos.

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La perateroa fue un verderero dolor de cabeza para la corona española. Un Viaje a la Historia

Estos contrabandistas y piratas profesaban la religión protestante, razón por la cual los españoles, que eran cristianos, los llamaban “herejes”.

A lo largo del siglo XVI y parte de la siguiente centuria, en diferentes ciudades costeras de la isla Española de Santo Domingo, tuvieron lugar numerosas incursiones de contrabandistas negreros, ladrones de mar y piratas, principalmente ingleses, franceses y holandeses, que no solo despojaron a sus habitantes de lo poco que tenían, sino también parte del tesoro colonial.

Los piratas eran aventureros que se dedicaban a asaltar y saquear embarcaciones marítimas. Muchas veces obraban por cuenta propia, pero también actuaban con la autorización de un gobierno determinado, cosa que hacían al amparo de una patente de corso: una especie de documento oficial, expedido por el gobierno de su país de origen, que los facultaba para atacar de manera supuestamente legal a navíos y poblaciones de naciones consideradas enemigas.

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A esos ladrones de mar, autorizados por una patente de corso, se les llamaba corsarios.

Los filibusteros, por su parte, se dedicaban a merodear por las costas navegando en ligeras embarcaciones llamadas “filibotes”. Hay quienes dicen que el término filibustero derivaba de la palabra holandesa “vlieboot”, mientras otros afirman que provenía del vocablo inglés “freebooter”.

Estos se destacaron por su permanente asedio a las poblaciones españolas del Caribe.

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Los bucaneros, en cambio, eran hombres dedicados a la caza de animales cimarrones y se asentaron en la vasta parte norte de la isla Española, que llamaban “la tierra grande”, así como también en isla de La Tortuga.

De allí surgieron los bucaneros, una de cuyas actividades principales era ahumar la carne mediante una técnica indígena para luego venderla a los traficantes de negros esclavos y corsarios que comerciaban ilegalmente con los habitantes de costa noroeste de la isla.

Sobre una barbacoa, los bucaneros preparaban una fogata de leña en la que cocinaban la carne lentamente. Dicen que los aborígenes llamaban “bucán” a esa técnica del asado, de donde deriva el nombre de “bucaneros” para quienes vivían de esa práctica.

Posteriormente, los bucaneros también recurrieron a la piratería y al filibusterismo.

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Los bucaneros también recurrieron a la piratería y al filibusterismo.

Su base de operaciones fue tanto la parte oeste de la Española como la isla de La Tortuga, en donde conformaron una singular sociedad o cofradía conocida como “Los Hermanos de la Costa”.

Se regían por sus propios códigos y aglutinaban aventureros de diferentes pueblos que por lo general eran enemigos de España.

Entre los más destacados miembros de esta cofradía pueden mencionarse al francés Francisco el Olonés y al inglés Henry Morgan.

Para 1513 ya merodeaban corsarios franceses en las cercanías de las islas Canarias a la espera de naves españolas procedentes de la isla de Santo Domingo con destino a Sevilla.

Años más tarde, en 1522, un corsario francés, de nombre Jean Fleury, atacó y robó un barco que transportaba cueros y azúcar desde Santo Domingo.

Fleury

Poco más tarde, hacia 1537, aventureros franceses saquearon la villa de Azua y luego incendiaron algunos ingenios.

Similares ataques, a cargo de corsarios franceses e ingleses, sufrieron otras posesiones españolas en el Caribe, como Cuba y Puerto Rico, situación que obligó a la monarquía española a tomar precauciones como la formación de una flota de galeones la cual, por lo menos dos veces al año, debía escoltar a sus buques que transportaban mercancías desde América.

De igual manera, la Corona también autorizó a sus funcionarios coloniales para que construyeran murallas y fortalezas en importantes ciudades del Caribe, como La Habana, San Juan y Santo Domingo, con el propósito de brindarles mejor protección militar y seguridad a sus súbditos.

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Después de mediado el siglo XVI, a la costa norte de la Española llegó una flota de barcos negreros, encabezada por un comerciante y corsario inglés llamado John Hawkins, que desde hacía tiempo realizaba negocios en Las Canarias.

Hawkins organizó una primera expedición a la isla de Santo Domingo con barcos fletados de mercadería europea y también con un cargamento de negros esclavos con el fin de cambiarlos por cueros, azúcar y otros productos de la isla.

El primer viaje de Hawkins a la Española tuvo lugar en 1563. Posteriormente realizó otros dos viajes con el mismo propósito de realizar negocios en la parte norte de la isla, solo que en esa ocasión  obtuvo patente de corso expedida por la entonces reina Isabel de Inglaterra, de quien se dice que fue la primera monarca europea en utilizar los servicios de piratas y corsarios para hostigar al Imperio español en las Indias.

Por los servicios prestados a la Corona británica, el corsario John Hawkins recibió el título nobiliario de “Sir”.

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Sir Hawkins titulo dado por la reina Isabel I de Inglatera. Un Viaje a la Historia

Entre los marinos que formaron parte de las expediciones del pirata John Hawkins, se encontraba un sobrino suyo, que luego fue un temido corsario, quien tres lustros antes de finalizar el siglo XVI tendría un papel poco decoroso en la historia colonial dominicana.

Su nombre fue Francis Drake, de cuyas actividades en Santo Domingo hablaremos en otro episodio.

25: Robos, Contrabando y Piratería en Santo Domingo. Un Viaje a la Historia.

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