Una burla.- “Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”. Me permito citar aquí la conocida frase de Séneca para aludir a una de las principales debilidades de nuestro sistema de administración de justicia: la lentitud viciosa con que se conocen los procesos, alentada por una cultura incidentalista que muchos abogados utilizan como estrategia sin parar mientes en las consecuencias.
Esta tarde, a partir de las 2:00, un tribunal tratará de conocer, por sexta ocasión, la acusación formal contra los implicados en la agresión de la que fue víctima en abril del año pasado el Defensor del Pueblo y un grupo de periodistas que lo acompañaban durante una inspección en el Centro de Retención de Vehículos El Coco, que encabeza la coronela de la Policía Nacional Ysabelita Santos Pérez y seis de sus subalternos.
No ha habido forma, no obstante el despliegue mediático y las críticas que recibió la agresión contra Pablo Ulloa y sus acompañantes, de que avance el proceso, cuya última audiencia fue aplazada porque uno de los imputados no pudo comparecer al juicio debido a que estaba en el médico atendiendo un problema de salud de uno de sus hijos.
Por eso no puede dudarse que hoy tampoco, a causa de alguna excusa baladí o un incidente malicioso, se pueda realizar la audiencia, pues resulta evidente que se trata de vencer por cansancio a la parte acusadora, con lo que se garantiza impunidad a una acción bochornosa de una oficial policial y la agresión que protagonizó, registrada en un video ampliamente divulgado en las redes sociales.
Cualquiera diría, sin embargo, que ese video no lo ha visto el abogado defensor de la coronela, Bunel Ramírez, quien asegura que su defendida es inocente, ya que junto a sus subalternos “fueron vilmente asaltados en su lugar de trabajo”. Si les parece una burla es porque efectivamente lo es, como también lo sería que la justicia continúe dándole largas al proceso.