Un dirigente del PLD, en su momento importante miembro del estrecho círculo de Leonel Fernández, me dijo en 1996 que la acumulación de capital de algunos dirigentes de ese partido se inició con la apropiación de parte del dinero de la campaña electoral de ese año. Fue el inicio del proceso de la acumulación originaria de las dos figuras que crearon y por momento unieron, las facciones que actualmente se baten por el control de esa organización. Hoy los divide los grandes intereses políticos y económicos acumulados desde entonces.
El proceso en que se ha desarrollado esa división ha pasado por momentos de fuertes tensiones, como aquellos de las elecciones internas del 2008 para escoger el candidato presidencial por ese partido, que fue traumática para Danilo Medina y su grupo y el proceso para definir la candidatura presidencial de este en el 2011, que terminó con el endoso de la hoy vicepresidenta como compañera de boleta, luego de una dolorosa transacción. A diferencia del actual, esos procesos fueron vividos por Danilo y su grupo en condiciones de una significativa limitación de maniobra y de poder.
Hoy, el danilismo controla el más determinante de los poderes: el Ejecutivo, el cual ahora es amenazado por la intención de Leonel Fernández de reconquistarlo. Reeditan, por lo tanto, otra batalla en la que a diferencia de las anteriores, las mejores condiciones para librarla descansan esta vez en las huestes de Medina y difícilmente este dejará de aprovechar esa circunstancia para fortalecer y ampliar una posición de poder que con tantos sacrificios ha logrado.
La batalla se libra en el contexto de lenta, pero sostenida campaña contra los más cercanos colaboradores de Leonel Fernández, acusados de las más desfachatada y variopintas formas de acumulación. El blanco principal de esa campaña es este último y en el impulso de esta coinciden intereses y factores políticos y económicos locales y extranjeros, aprovechando estos últimos la lucha interna inter facciones y quizás la lucha contra la corrupción que actualmente se desarrolla en varios países.
La corrupción ha sido la principal fuente de poder y de riqueza de las facciones que controlan los poderes del Estado: el congreso, la judicatura, los ayuntamientos y el Ejecutivo, siendo esa la principal amenaza para la democracia, las naciones e incluso para el mismo capitalismo.
La corrupción se ha constituido en factor que acentúa la desigualdad, la inequidad y la ingobernabilidad de los sistemas políticos y de esto han tomado conciencia diversos sectores del gran capital. Un terremoto político: la lucha contra la corrupción azota varios países. Solo en España se acaban de arrestar 51 altos funcionarios del gobierno central y de varios ayuntamientos, acusados de diversos actos de corrupción. Esto podría ser un indicador de lo antes dicho.
El contexto internacional en que se desarrolla la referida lucha interna y el fundado temor de muchos sus aspirantes presidenciales de que la ¨fábrica de presidentes¨ anunciada por Leonel tenga un solo molde: el de él, determina la necesidad de detenerlo ahora y para siempre y en eso podrían coincidir factores e intereses internacionales.
La corrupción creó las facciones. Ahora las deshace.