Leonel, la Iglesia y el pugilato electoral

Leonel, la Iglesia y el pugilato electoral

Cuando el Dr. Leonel Fernández, Presidente de la República y líder absoluto de su partido sometió al Congreso Nacional su proyecto de Reforma Constitucional, lo que es hoy Artículo 37.-Derecho a la vida, solo decía, al igual que la Constitución del 1994: “El derecho a la vida es inviolable. No podrá establecerse, pronunciarse, ni aplicarse, en ningún caso, la pena de muerte” e incluía actos de tortura y pérdida o disminución de la integridad física del individuo. En la denominada “consulta popular plebiscitaria”, tampoco aparecía algo semejante al texto final aprobado por los legisladores.

Fue la “Asamblea “Revisora” que atribuyéndose una competencia que no le correspondía, (no se puede revisar ni reformar lo inexistente) por tratarse de una “Nueva Constitución” que sobrepasaba en 150 artículos la que sería “reformada” que cediendo a la presión de la influyente jerarquía católica, modificó el texto original, incluyendo como norma jurídica obligatoria, una creencia religioso que genéticamente desconoce el sagrado derecho a la vida y dignidad de la mujer cuando decide interrumpir su embarazo como consecuencia de situaciones especiales especificas que violan derechos fundamentales a los que el Estado tiene la obligación de proteger, real y efectivamente, siendo ésta una responsabilidad esencial de los poderes públicos. (Arts. 38, 39 y 68 de la Constitución vigente.)

Surgen entonces inquietantes preguntas, llenas de suspicacia frente al elocuente silencio del ex Presidente Fernández sobre el tema del aborto, la reacción de la iglesia, sus aliados y creyentes frente a las atinadas y valientes observaciones del Presidente Medina. En estos cruciales momentos donde la sociedad se debate dividida, el Presidente del PLD y líder de las mayorías guarda dramático hermetismo, no baja “una línea” a sus legisladores que le identifique y comprometa, sin temor ni vacilación como lo ha hecho el Presidente de la República. Igual comportamiento astuto, ladino, hizo cuando fue conocida la propuesta religiosa que prohibía la interrupción del embarazo sin importar la suerte y condición de la madre, ni de su dignidad.

¿Por qué el expresidente Leonel Fernández, líder de su partido, no instruyó entonces a sus partidarios para que preservaran el texto original, tal como había sido concebido, propio de todo Estado laico, respetuoso de todas las creencias religiosas? ¿No sería parte cerebral de aquel juego impiadoso? ¿Porqué no ha asumido ahora, responsablemente, una firme posición a favor o en contra de las observaciones del Presidente Medina, como lo ha hecho su avanzada, Juez Presidente de la Suprema Corte de Justicia y sus acólitos políticos? ¿Cuál es su apuesta? ¿Limpiarse una vez más las manos como Pilatos?

Al menos el Cardenal es claro, aunque no coherente. Manda a callar, por ignorantes, a quienes adversan su credo, pero agita a su grey. Qué hablen los médicos, ordena, como si el problema no fuera también fundamentalmente humano y social. Por suerte, la clase médica ha hablado y no a su favor.

Los vientos que animan la candidatura presidencial de Leonel Fernandez se tornan cada vez más nebulosos. Presagian tempestad.

 

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