Carlos Julio Báez Evertz, uno de los grandes amigos de toda la vida, profesional, intelectual, académico y escritor, quien por años ha vivido en Europa, donde llegó a desempeñar importantes cargos en el Gobierno español, incluso en la Unión Europea vino por unos días al país. Y por coincidencia, el mismo día de su llegada se produjo el lamentable fallecimiento de la queridísima Josefina Padilla.
En el funeral, al que fuimos juntos y encontrarnos con viejos amigos, surgieron como es lógico algunas conversaciones alrededor de momentos y recuerdos vinculados con la figura de Josefina y nuestra juventud. En tal sentido, Carlos, partiendo de que a personas queridas y destacadas como ella y los familiares siempre debemos recordarlos de forma positiva, comentó algo que para él ha permanecido en su pensamiento y hace mención frecuente de aquella situación. Para algunos pudiera no tener ningún sentido, pero en el momento, la edad, la situación, representan cosas inolvidables.
Se trata de que, al iniciarse la Guerra de Abril del 1965, siendo nosotros dirigentes juveniles del desaparecido Partido Revolucionario Social Cristiano, del cual Josefina era vicepresidenta, al igual que Bernardo Defilló y César Estrella Sadhalá, y siendo parte del Pacto de Rio Píedras firmado por Bosch con Antonio Rosario y Caonabo Javier en Puerto Rico, participamos desde el inicio en la acción bélica en procura del retorno a la constitucionalidad.
Puede leer: Al declararse la abstención en 1974 Peña Gómez fue advertido
Josefina residía en la calle Palo Hincado 32, cerca de la calle Padre Billini. Y aunque teníamos el Comando Beller como el principal, en la Mercedes esquina Palo Hincado, la casa de Josefina no dejaba de ser un lugar de reunión y encuentros permanente. Como estábamos en plena contienda bélica entendimos prudente crear un equipo de personas que se encargaran de hacer vigilancia permanente en dicha residencia.
Así fue como designamos a un equipo integrado por Carlos Julio Báez, Giovany Brito, Tommy Peña, Fanny Sánchez, Dinorah Cordero, Yia Valverde Sanlley, Eulalia Flores, Leopoldo Cross, que luego pasó a ser parte del equipo de vigilancia del edificio Copello, así como otros jóvenes que participaron en la contienda. Carlos Julio llama hoy la atención, por la osadía, si así se le quiere decir, de personas cuyas vocaciones eran los estudios, letras, escritura, libros, sin tener experiencia militar la mayoría, tomaron los fusiles y se incorporaron como un pelotón especializado a cuidar celosamente la residencia de Josefina, un símbolo para todos nosotros.
En esa casa se celebraron importantes encuentros. Ahí concurría con frecuencia el presidente Caamaño a reuniones con los dirigentes socialcristianos. Entre otros, Rafael Martínez, Bayoan Pou, Romeo Llinás, Abigail Cruz Infante, Andrés Lockward, Fernando Batlle Pérez, Francisco Córdova, Henry Molina, además de los vicepresidentes que mencioné más arriba.
El último de esos encuentros se produjo a finales de la contienda. Ahí se reunió el Estado Mayor, encabezado por Caamaño y representantes de los diferentes partidos participantes, a fin de determinar si se aceptaba la propuesta de fin a la contienda y darle paso al Gobierno provisional. Josefina permanecerá en nuestras memorias con una mujer íntegra, amable, coherente y decidida.