La palabra bienestar implica haber alcanzado algunos de los indicadores del desarrollo social: salud, educación, vivienda, ahorros, inversión, recreación, satisfacción, acceso a los servicios con calidad y calidez y, por supuesto, vivir la satisfacción por el logro y la felicidad.
Por definición, se habla de salud mental cuando se tiene un estado de estabilidad psicoemocional, social y espiritual que le permite a las personas y a las sociedades vivir o alcanzar el bienestar de la vida, a través de una buena relación consigo mismo, con los demás y con las cosas.
Sin embargo, salud mental es más que ausencia de signos y síntomas de trastornos emocionales y mentales; se asocia más al logro de propósito, de asumir razones existenciales, de equilibrio y fluir en la vida en cada etapa y en las diferentes circunstancias.
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Pero el bienestar en salud mental se traduce en sociedades donde las personas tienen acceso oportuno a los servicios de calidad psiquiátricos y psicológicos, a diagnósticos temprano, medicamentos y programas de reinserción en la sociedad, a la familia, al trabajo, a la vida en pareja y a la utilidad personal.
En la economía del comportamiento, se mide el bienestar. La palabra bienestar implica haber alcanzado algunos de los indicadores del desarrollo social: salud, educación, vivienda, ahorros, inversión, recreación, satisfacción, acceso a los servicios con calidad y calidez y, por supuesto, vivir la satisfacción por el logro y la felicidad.
Por definición, se habla de salud mental cuando se tiene un estado de estabilidad psicoemocional, social y espiritual que, le permite a las personas y a las sociedades vivir o alcanzar el bienestar de la vida, a través de una buena relación consigo mismo, con los demás y con las cosas.
Sin embargo, salud mental es más que ausencia de signos y síntomas de trastornos emocionales y mentales; se asocia más al logro de propósito, de asumir razones existenciales, de equilibrio y fluir en la vida en cada etapa y en las diferentes circunstancias.
Pero el bienestar en salud mental se traduce en sociedades donde las personas tienen acceso oportuno a los servicios de calidad psiquiátricos y psicológicos, a diagnósticos temprano, medicamentos y programas de reinserción en la sociedad, a la familia, al trabajo, a la vida en pareja y a la utilidad personal.
En la economía del comportamiento, se mide el bienestar social cuando se alcanza los indicadores que mide el PIB de un país, la oportunidad o la inclusión al desarrollo y bienestar que se traduce en salarios decente, empleos dignos y servicios de calidad.
No existe el bienestar sino se puede cubrir los estándares de vida dignamente para el ser humano: alimentación, salud, educación, esperanza de vida y felicidad.
América Latina y el Caribe siguen siendo las regiones más desiguales, de mayor exclusión y de pobre inversión en el bienestar social.
Pese al crecimiento económico de las últimas décadas, de infraestructura y desarrollo, aun así la brecha social, las desigualdades y la inequidad entre los que tienen mucho y los que no tienen nada es abismal.
Es más, es una pena que tenemos cuatros generaciones de pobres en nuestras regiones, queriendo decir que la pobreza se “hereda”, el abuelo pobre, el hijo pobre, el nieto pobre y los demás podrían correr la misma suerte, y también sucede en salud mental.
Qué hacer para lograr el bienestar en salud mental: invertir el 3% del presupuesto de salud pública a la salud mental. Acceso de las comunidades a los servicios de psiquiatría y psicología; aumentar las camas hospitalarias dentro del hospital regional y provincial.
Poner a funcionar la atención primaria como puerta de entrada, así como la disponibilidad de los tratamientos psicofarmacológicos y psicoterapéuticos.
En nuestro país faltan unidades de tratamiento para las adicciones, unidades de rehabilitación y las unidades infanto-adolescentes a nivel de las grandes ciudades: así como los programas psicoeducativos de prevención al suicidio, la violencia social y de género.
No puede haber bienestar en salud mental sin bienestar social, sin calidad de servicios y sin cobertura a consultas médicas y tratamientos.
Los requerimientos humanos para lograr ese bienestar, la felicidad, la calidez y calidad de vida, son deudas pendientes de décadas que, países como el nuestro tienen la tarea pendiente de lograr y avanzar más. Diríamos que estamos mejor en salud mental que las décadas manicomial. En la vida hay que mirar al pasado, pero se debe vivir y fluir hacia el presente para sentir el bienestar mental y social.