P. Profesor, ¿Cómo ve usted la Cop 26 sobre el clima global, los líderes mundiales están usando una retórica apocalíptica o realista para describir la realidad presente?
R. No hay duda de que en Glasgow se está jugando una pelota caliente, muy caliente, hasta el punto que nadie pierde la oportunidad de echarle la culpa al otro, por la inacción o la falta de valor para adoptar la posición que imperiosamente reclama la humanidad: “detener el calentamiento global para evitar un aumento superior a los 2 grados centígrados de aquí al final de siglo, respecto a la temperatura que tuvo el planeta en 1750”.
Pero allí no se está negociando lo que le conviene o no a alguna potencia mundial, sino el destino de la humanidad. El Secretario General de las Naciones Unidas acaba de decir en su discurso de entrada a esta Cumbre Mundial del Clima o Conferencia de las Partes (países), Antonio Guterres, que, “si el mundo no actúa rápidamente, la población mundial estará cavando sus propias tumbas”.
Boris Johnson, principal anfitrión del banquete de opciones climáticas que se está preparando en Escocia, ha comparado la situación del planeta con la de James Bond, amarrado a una bomba de tiempo, tratando desesperadamente de desactivarla; mientras que la soberana, la Reina Isabel II, una jovencita de 95 años, se complace con adoptar la posición de un jovencito de 20 años que no estaba invitado a la fiesta y se pronuncia elegantemente: “Ha pasado el tiempo de las palabras, es el momento de la acción”.
Y parece que no anda muy perdida, pues desde la primera Cumbre Mundial del Clima “Río ‘92”, eso es lo que se le pide al liderazgo político mundial, esa es la demanda del planeta Tierra y eso es lo que se espera que ocurra ahora, después de 26 encuentros convocados para lo mismo.