La revolución cubana, liderada por Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio, del cual formaban parte figuras como Camilo Cienfuegos, Raúl Castro, Juan Almeida Bosque, Ramiro Valdez, Sergio Del Valle, Ernesto Guevara, tuvo un fuerte impacto en el mundo y en el continente americano en particular. Así lo evidencian las numerosas organizaciones políticas que surgieron en América Latina intentando seguir su modelo y ejemplo, como lo fueron los Tupamaros (Uruguay), Montoneros y ERP (Argentina), ELN o M-19 (Colombia), FMLN (Salvador), URNG (Guatemala), FSLN (Nicaragua), entre otros. El Movimiento Revolucionario 14 de Junio fue uno de ellos. Se recuerda que Minerva Mirabal, tras escuchar por Radio Rebelde la noticia del triunfo de la Revolución cubana, exclamó: “Si Cuba y Venezuela han podido derrocar sus dictaduras ¿por qué los dominicanos no nos podemos organizar y luchar contra Trujillo y tumbarlo?”
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El convulso período de los finales de la década de los 1950 estuvo caracterizado por la lucha contra las terribles tiranías que azotaban la región del Caribe, las cuales habían sido ampliamente apoyadas por el Gobierno de los Estados Unidos. Ese último aspecto, encontró particularmente eco en el 1J4, cuya militancia sintonizaba con las ideas del líder cubano en defensa de la soberanía nacional y la resistencia al imperialismo. La Revolución cubana, además de poner fin a la dictadura de Fulgencio Batista, también buscó una transformación profunda en el orden económico, político y social que imperaba en Cuba. Solo haría falta escuchar la descripción que hace en una de sus más célebres composiciones el cantautor Carlos Puebla sobre la situación vivida en aquel momento en Cuba: “Aquí pensaban seguir, ganando el ciento por ciento, con casas de apartamentos, y echar al pueblo a sufrir. Y seguir de modo cruel, contra el pueblo conspirando, para seguirlo explotando, y en eso llegó Fidel”. Un factor que unificó y conectó al 14 de Junio con el proceso revolucionario cubano fue la búsqueda de la justicia social y la igualdad. Para ambos proyectos políticos la idea no era solo la caída de la dictadura que oprimía a sus pueblos, sino la constitución de una auténtica revolución de liberación nacional y la instauración de una democracia de carácter popular. En efecto, desde sus inicios, la Revolución cubana se orientó fundamentalmente hacia la eliminación de las desigualdades económicas y la redistribución de las riquezas, con un fuerte discurso antiimperialista. Estas ideas resonaron en la República Dominicana en la voz de Manolo Tavárez, quien veía en el latifundismo criollo y el imperialismo yanqui a los enemigos ancestrales del pueblo y de su progreso.
Por otra parte, el camino implementado por la Revolución cubana para la toma del poder fue un elemento fundamental que influyó decisivamente en la estrategia adoptada por el 14 de Junio desde su emergencia en el panorama político dominicano a principios de 1960 hasta su disolución como organización en 1968. Es evidente que la táctica de la guerra de guerrillas, la cual fue implementada con éxito por el Ejército Rebelde cubano, se convirtió en un modelo para los revolucionarios dominicanos, quienes encontraban validez en los planteamientos expuestos por Ernesto Che Guevara en su obra La guerra de guerrillas (1960). El Che señalaba tres aportes que dejó la experiencia cubana a los movimientos revolucionarios de América: “1ro. Las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército; 2do. No es siempre necesario esperar a que estén cumplidas todas las condiciones para la revolución: el centro insurreccional puede crearlas; 3ero. En la América subdesarrollada, el terreno de la lucha armada debe ser siempre el campo”.
Al juicio del comandante cubano-argentino: “la cualidad positiva de esta guerra de guerrillas es que cada uno de los guerrilleros esté dispuesto a morir, no solo por defender un ideal sino por convertirlo en realidad. Esa es la base, la esencia de la lucha de guerrillas. El milagro por el cual un pequeño núcleo de hombres, vanguardia armada del gran núcleo popular que los apoya, viendo más allá del objetivo táctico inmediato, va decididamente a lograr un ideal, a establecer una sociedad nueva, a romper los viejos moldes de la antigua, a lograr, en definitiva, la justicia social por la que lucha”. En ese sentido, el simbolismo de la Sierra Maestra para los rebeldes cubanos inspiró también a los líderes del 1J4, quienes visualizaron la cordillera Central, la sierra de Baoruco o la cordillera Septentrional, como terrenos fértiles para llevar a cabo la lucha armada. En el imaginario de los catorcistas, siempre estuvo latente la idea de alcanzar las “escarpadas montañas de Quisqueya”.
No se puede dejar de mencionar la solidaridad internacional que promovió y generó la Revolución cubana con todos los países de nuestra América, y en especial con el pueblo dominicano. El respaldo y la importancia otorgada por los barbudos a la causa de la liberación dominicana ante el régimen trujillista, encontró su punto más alto en el apoyo material y humano que proporcionó la Revolución cubana a las expediciones de junio de 1959, de Constanza, Maimón y Estero Hondo, cuya importancia dentro del surgimiento meses después del 1J4 fue capital, como veremos en el artículo de la próxima semana. Basados en el legado martiano y en la tradición mambisa, la cual integró luchadores internacionalistas como Máximo Gómez, la solidaridad cubana hacia República Dominicana contribuyó a consolidar la idea de que la lucha por la justicia social tenía un carácter universal, donde todos los pueblos estarían comprometidos en un mismo combate por la libertad ante las mismas calamidades y verdugos.
Dr. Amaurys Pérez, Sociólogo e historiador UASD/PUCMM