Hoy es Miércoles de Ceniza, es decir, día de una conmemoración religiosa que marca el inicio de los 40 días de la cuaresma, fecha en que la iglesia católica invita a los fieles creyentes a la conversión y a prepararse verdaderamente para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.
El período de cuaresma, conmemorado en todo el mundo, culmina con el inicio de la Semana Santa que este año es del 28 de marzo al 03 de abril.
La imposición de ceniza es una de las actividades más populares de un día como hoy, sim embargo, este año la incidencia de los efectos del coronavirus convierten este en un Miércoles de Ceniza atípico.
La tradición de este día es que durante la misa el sacerdote ponga una cruz en la frente de cada creyente, con las cenizas producto de la quema de los restos de las palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior.
Este año el coronavirus ha provocado una variación en la tradición, en lugar de poner una cruz en el frente, los sacerdotes dejarán caer una pequeña cantidad de ceniza seca en la cabeza de los creyentes, para así evitar el contacto físico.
Es decir, hoy la ceniza se dejará caer sobre la cabeza de los fieles y no se impondrá la cruz en la frente de cada uno, como suele hacerse.
El pasado mes de enero, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó una nota en la que explicaba que la decisión fue tomada para respetar las medidas de seguridad sanitarias establecidas en este tiempo de pandemia.
«Pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: «Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás»”, indicó la Congregación.
Agrega que “después, el sacerdote se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada».