En vísperas de 2026
Elevado endeudamiento y déficit de desarrollo con el mar Caribe en ebullición
El pago de la deuda compite y gana el pleito a las recaudaciones y a las inversiones sociales.

Retrato
El país sigue endeudándose tan campantemente como un legendario whisky. Una trayectoria de Estado que preocupa a sectores de la economía mientras el presidente Luis Abinader justifica el uso extraordinario de recursos externos y resta importancia a los riesgos que implica la disminución del crecimiento de la economía que ya se vive con un reciente descenso al 2.9% y augurios de que continuaría a la baja. Se teme que el país esté pasando a palabras mayores sobre la capacidad de honrar compromisos con las fuentes de financiamientos.
República Dominicana cerrará el 2025 con una deuda pública de alrededor del 60% de su Producto Bruto Interno con cifras que superan los US$76 mil millones, incluyendo el pesado débito del sector financiero y la mala noticia de que crecerá más en moneda local y en US$ tras el Congreso Nacional aprobar ayer, al vapor, sin detenerse en los detalles y con destrozos de las formalidades, una ley que autoriza al Poder Ejecutivo a colocar valores de deuda pública en el mercado por RD$401,767,814,730.
Desde otro ángulo, en el contexto internacional se sigue expresando confianza en la estabilidad y la reciliencia de República Dominicana. y para el primer mandatario, lo que lo que sin precedente está haciendo se justifica porque logra reducir la deuda respecto del PIB, los fondos se usan para inversión productiva y el pago de deuda heredada en un marco de finanzas estables, bonos a largo plazo y mejor uso de recursos.
Sin embargo, para el vicepresidente del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles, CREER, Miguel Collado Difranco, al 2024 República Dominicana estaba preocupantemente sobrendeudada por el hecho de pagar préstamos utilizando más del 25% de sus ingresos tributarios. Mientras hace tres meses el economista Andy Dauhajre propuso una reestructuración de las finanzas públicas porque el país corre el riesgo de enfrentar una situación similar a la vivida en Argentina "marcada por crisis de deuda, pérdida de credibilidad y deterioro institucional".
¿Desarrollo?
Por lo que han dicho el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, y otros organismos, el atraso del desarrollo del país se manifiesta en pobreza persistente y una aguda brecha entre ricos y pobres, una baja calidad de la educación y de capacitación del capital humano a causa del abandono escolar entre otros factores mientras los trabajadores dominicanos son víctimas de competencias laborales estancadas. Acá abundan las viviendas precarias y existe un desafío fiscal por déficit del sector público y alto endeudamiento.
La perspectiva que trazan organismos multilaterales implica afirmar que la desigualdad social sigue siendo un desafío significativo en República Dominicana, sentenciando que la calidad y el acceso a la educación y la salud son áreas que requieren mejoras con mayor inversión en infraestructuras y equipamientos, aunque el porcentaje presupuestal para la enseñanza llega -con bajo impacto- al 4% y el Gobierno se expresa orgulloso de haber creado una ciudad sanitaria en Santo Domingo mientras en comunidades del resto del país faltan camas para enfermos y la medicina especializada brilla por su ausencia.
Vulnerabilidad
Aunque sus evaluaciones al curso de la economía dominicana siempre son integrales y toman más cuenta lo positivo que lo sombrío por un tema elemental de cordialidad con el poder, el Fondo Monetario Internacional ha expresado dudas sobre la sostenibilidad de la deuda nacional por "falta de reformas" con especial preocupación por el sector eléctrico que habita un hoyo financiero por la gratuidad populista de no meterle mano al déficit de las cobranzas. Aunque dice ver la deuda como sostenible y controlable, el FMI preferiría que el país se asegure de manejarla bien y que se aumente la inversión pública que la publicidad oficial no logra que parezca situada en un nivel aceptable.
El Banco Mundial advirtió el año pasado que aunque República Dominicana muestra resiliencia con crecimiento notable en cierto sectores y algún éxito en el control de la inflación (algo que al final de 2025 parecía cambiar drásticamente) el país aparece en un entorno internacional desafiante con poca capacidad para enfrentar el cambio climático; suficientes razones para preocuparse por la embestida de la desaceleración económica. En vista de las proyecciones que pronostican persistencia en la caída del crecimiento, el Banco Mundial comienza a poner atención a la ausencia de una reforma fiscal intensamente demandada por la realidad.
En previas consideraciones a la preocupación del BM por el déficit fiscal, el BID había emitido con cierta discreción un alerta por el aumento de la deuda pública y el bajo nivel de las recaudaciones al tiempo de reclamar, como una urgente necesidad, un aumento de la inversión en energía renovable sin la cual el futuro inmediato de ese ámbito está en veremos.