El destape de alianza, el transfuguismo y activismo político hablan de un cese total del recreo político dominicano.
La recomposición de las fuerzas políticas no se basa en el contenido ideológico, ni programático y, mucho menos, de un proyecto de nación o de desarrollo sostenible para el bien común de los ciudadanos.
Los temas sostenibles, abandonados por los políticos son: educación, ley de salud, seguridad social, corrupción, cero blindaje e impunidad, distribución equitativa del PIB, medio ambiente, política impositiva controlando el gasto y el bienestar social, entre otras.
Electoralmente, va hacer una campaña de dispendio de recursos descomunal, sin límites y sin ética alguna, pues la ética, implica de alguna manera, normas, regulación o hacer lo correcto, no hablar mentiras, no prometer lo que no se va a cumplir o no transgredir lo pautado a la moral pública.
La memoria del votante es joven, lo que significa que los viejos temas que arrastrábamos como: el nacionalismo, identidad, patriotismo, “los de la luz o los de la sombra”, “los aquellos contra nosotros y los nosotros contra aquellos” ha terminado.
Puede leer: El cerebro: elecciones y votantes
A la memoria reciente, la del cortoplacismo y del consumo, solo le interesa el bienestar individual, el movilismo por castas o grupos, por elites o reparticiones.
A la mayoría de votantes pobres, los anestesian con el gasto social irresponsable; políticas sociales que reproducen el acatamiento social, la pobreza espiritual, el conformismo y los roles sociales de la resignación y la marginalización como estilo de vida.
Sería importante que los hacedores de opinión, los dueños de medios de comunicación, las universidades, las iglesias y la sociedad civil, imponga los debates, los programas, los lineamientos para alcanzar y sostener el bienestar social y espiritual de un país que crece y se desarrolla, pero al mismo tiempo se hace mas desigual, de mayor inequidad, de falta cohesión social y desarrollo humano.
Es un recreo político para socializar el entretenimiento, para el abrazo, la risa, el encuentro, el apretón de mano y la palmada en la espalda, pero el mismo tiempo, se juega a la desmorización, al olvido colectivo, o la negación total.
Se vuelve a confirmar: “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” en política se valida el odio, el resentimiento y el remordimiento; pero si las circunstancias lo demandan, entonces, nos montamos en el mismo vagón, no importa el quién, ni el para qué, ni los motivos, ni las razones.
Lógicamente las motivaciones políticas son, alcanzar el poder.
La catástrofe del Este con el ciclón Fiona o la tragedia de San Cristóbal, habla de esa pobreza, de las inseguridades y de modelos de convivencia y socialización tan diferentes y tan distantes del desarrollo humano, en que el Estado y los políticos no invierten en el bienestar social, familiar, emocional, espiritual, estructural y económico de las ciudades.
Literalmente, el recreo ha terminado, empezó la campaña, el activismo, las promesas, el pragmatismo, el entretenimiento, el jugar al olvido, a la insustancialidad de la palabra y al relativismo ético, pero en la democracia, los partidos y los políticos con necesario y, más aún, cuando los ciudadanos viven entretenidos y en el recreo.
Los jóvenes y las mujeres van a determinar las elecciones, pero también, la sociedad urbana va a influir en la intención del voto. La neuropolítica le dará explicación al neuromarketing del voto y al cerebro del votante.