“El éxito no tiene fronteras –exclama Píndaro-, es como dicen en el campo: ‘¡Debajo de cualquier yagua te sale un alacrán!’… Y eso está pasando con muchos de nuestros dominicanos que han tenido que cruzar el charco buscando nuevos horizontes y hacer de su trabajo una verdadera cruzada de éxito del cual sientan orgullo ante su comunidad”… Herminio, que no le suelta ni pie ni pisada a su alter ego, le comenta: “Así es, Píndaro… Hace unos días viví la grandiosa experiencia de sentirme en las nubes sobre ruedas… Al regresar en familia a retomar procesos médicos en Estados Unidos, mi hija Anadel se echó encima lo relativo a la coordinación de la movilidad terrestre de unos ocho que éramos, cargados de equipajes, por cerca de una hora desde el aeropuerto hasta la casa… No mencionó nada a priori, pues se suponía una última sorpresa de viaje… Maletas en manos, nos dispusimos a una expectante espera… Entre decenas de vehículos, una furgoneta se fue acercando lentamente a nosotros hasta detener su marcha… Una alta y elegante figura sale de ella con una sonrisa -como arma de reglamento-, y detiene frente a mi hija: ‘¡Soy Luis Martínez, nuestro servicio está a sus órdenes!’, exclama… De pronto, una amplia puerta del transporte se abre ante nosotros y, con la mano derecha extendida, nos invita a acceder a su interior… ¡Un impacto visual que supera todas nuestras expectativas se muestra ante nosotros! ¡Un ambiente que será el responsable de hacernos sentir en el aire mientras nos trasladaremos al destino acordado!”.
Puede leer: El país que queremos
No hace más que iniciar el vehículo su movimiento –aunque casi de forma imperceptible-, cuando una voz se escucha entre nosotros: “¡Bienvenidos! Siento gran orgullo en brindarles este servicio: ‘¡Es el fruto de nuestro esfuerzo puesto a sus servicios… Sírvanse aprovecharlo y, mientras conversan, pueden degustar de bebidas refrescantes y una selección de snacks especialmente escogidos para ustedes!’… Píndaro, que está entre los presentes -y que es curioso hasta más no poder-, asume que el joven le está escuchando si le habla, y exclama: “¡Háblanos de ti, porque estamos en las nubes y antes de que lleguemos a nuestra realidad queremos conocerte porque esta experiencia hay que compartirla”… La voz de Luis no se hace esperar y, con una emoción que le brota en sus palabras, nos dice: “Soy de Tamboril, la capital del tabaco en la República Dominicana… Me trajeron a los Estados Unidos en el 1977 cuando tenía sólo cinco años y tengo por costumbre visitar mi país cada año para ver a mi madre, pues mi padre falleció hace un tiempo”… “¿Y siempre has tenido este medio de vida?” –cuestiona Herminio, a lo que recibe como respuesta: “Fui empleado de Heineken por trece años, pero mis inquietudes me dominaron. Me sentía capaz de correr mi propio negocio, pues podía dar mucho más de mi propio esfuerzo… Estaba convencido de que crecería profesionalmente”… “¿Y por qué el negocio de transporte?” –cuestiona Píndaro-… “¡Vi una enorme oportunidad en el transporte de lujo para Miami, una ciudad ahora en continuo crecimiento!, exclama Luis con orgullo- Me tomé tres años para formular este proyecto, considerando que tenía tres retos de mucho peso por delante. El primero, la competencia, y con qué tenía que destacar: servicio de accesibilidad de sillas de ruedas en el vehículo, un baño con su lavamanos… El segundo, saber adaptarme al negocio y no el negocio a mi… Y, tercero, entender que siempre tendría que estar disponible”… “Pero, imagino que también pensaste en los potenciales problemas a los que tendrías que enfrentarte” –cuestiona Herminio, a lo que él expresa de inmediato: “Tuve que entender la visión de mi negocio frente a la competencia, que tendría que busca clientes nuevos para fidelizarlos, a través de eventos y social media, y, enfrentarnos a lo que representaba iniciar un negocio luego del COVID”.
“Y te ha afectado el hecho de ser inmigrante?” –cuestiona Píndaro-… “Me siento privilegiado de poder disfrutar de mi cultura y, a la vez, integrarme con los norteamericanos… Así conozco dos culturas con sus principios y valores… ¡Ser multicultural es una bendición!… Mis padres me dieron la oportunidad de estudiar y tuve una niñez muy feliz… Me enseñaron el valor de mantener mi identidad… El tener los dos idiomas más usados a nivel global, te permite la oportunidad de laborar en una ciudad como Miami a la vez que honrar a tus padres y enriquecer la sociedad… He alcanzado el sueño americano, y he visitado unos 19 países, lo que me ha facilitado el aprender lo global de la economía”… “Y, ¿cuál sería el consejo que darías a aquellos dominicanos en playas extranjeras?” –cuestiona Píndaro-… “Estudia inglés y edúcate… Este país es muy protocolar y hay que seguir y cumplir las normas… Trabaja duro, día y noche, los siete días de la semana, y ten una visión clara de lo que vas a hacer!… ¡Mi éxito se basa en mi firme responsabilidad conmigo y mis clientes!”.