Haití y las interminables migraciones

Haití y las interminables migraciones

CÉSAR PÉREZ

La grotesca imagen de guardias fronterizos de los Estados Unidos en la que, montados a caballo y lazos en manos, persiguen migrantes de origen haitiano como si fuesen animales, es sólo un ejemplo del drama de los tantos millones de seres humanos que buscan en otros países el derecho al trabajo y a una vida digna que les niegan los suyos.

Esa imagen, no solamente constituye una expresión de la interminable tragedia que vive Haití, sino uno de los indicadores de que el fenómeno de las migraciones en la época actual es indetenible mientras sean los muros, la represión y los más bestiales abusos y vejaciones los principales medios a que se recurre para enfrentarlas.

Lo acontecido recientemente en una parte de la frontera México-Estados Unidos, donde miles de migrantes de varios países intentan entrar a este último, y el hecho de que la mayoría de ellos son haitianos de nacimiento u origen, que salieron hace más de una década de su país, constituye otro lastimoso episodio de la historia de Haití.

Ese hecho, unido a las aparentemente oscuras circunstancias en que se produjo el reciente asesinato de su presidente, podrían ser acontecimientos que obliguen a las fuerzas políticas y sociales nacionales y a la parte de la comunidad internacional que de alguna manera tiene que ver directamente con lo que allí acontece, a encontrar un acuerdo que permita detener el sostenido naufragio de la sociedad haitiana.

En esencia, la devastación de Haití es resultado de la irresponsabilidad de la generalidad de su clase política y de la impúdica voracidad del poder económico nacional, además de los poderes extranjeros que sobre él gravitan.

Pero, su situación no se supera sin el concurso de la comunidad internacional para establecer un acuerdo sobre la base de un calendario político realista que detenga la absoluta calamidad en que discurre la cotidianidad de la sociedad haitiana.

Hay momentos en que una sociedad carece de fuerzas internas para resolver sus apremios, más, sin obviar el tema de cómo enfrentar las bandas que realmente ocupan el país, eso no se supera con intervenciones militares extranjeras que yugulan expresiones visibles de la violencia, pero exacerbando otras ocultas igualmente nefastas.

El caso haitiano es un ejemplo, 13 años de ocupación militar, lejos de mejorar, empeoró la situación del país. Por consiguiente, resultan pertinentes las actuales iniciativas diplomáticas del Gobierno dominicano sobre la cuestión haitiana que orientadas en un sentido diferente a pasadas administraciones y evitando el dis

Esa imagen constituye de interminable tragedia de Haití

Devastación de Haití es resultado irresponsabilidad de la clase política

Resolver crisis haitiana no es con intervenciones extranjeras

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