Desde que el presidente Luis Abinader anunció que quedaban suspendidas todas las medidas restrictivas por la covid-19, incluido el requisito de presentar la tarjeta de vacunación, la demanda de los inmunizantes ha caído en picada entre los capitaleños mayores de edad.
En el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, que otrora fue uno de los puntos de inoculación más concurridos, ayer apenas se acumularon una decena de personas para las 10:00 de la mañana.
También en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) el flujo de personas era escaso.
En el hospital Santo Socorro, la carpa donde se colocan las vacunas tenía solo tres personas.
Para esa hora, en la Universidad O&M solo se podía observar a dos personas que formaban parte del equipo de vacunación, a espera de que alguien acuda para inyectarse.
De manera similar, en las cercanías del Teatro Nacional, donde opera un punto de vacunación en el que las personas no se desmontan de sus vehículos, solo estaba apostado el personal sanitario, que en este caso eran seis individuos.
El puesto de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (Unphu), que fue sumamente activo al inicio del programa de vacunación hace más de un año, fue desmontado.
Mientras en el Hospital Francisco Moscoso Puello el equipo que ayer se dedicaría a inocular allí fue trasladado a una escuela, según trascendió.
La campaña de vacunación en niños de 5 a 11 años, que se lleva a cabo en las escuelas, exhibe un ritmo mejor.