Jeannette Miller Premio Nacional de Literatura es una intelectual consumada: poeta, narradora, ensayista, investigadora, pedagoga, historiadora, crítica de Arte y Literatura, Miembro de número de la Academia Dominicana de Historia y Premio Nacional de Cuento.
Su crítica es pragmática, alejada de conceptualizaciones metafísicas que se apartan de la realidad con que coexiste y es afectada la idiosincrasia del Arte del Caribe Insular. Miller analiza y reflexiona tanto sobre las individualidades como sobre los grupos y movimientos que han surgido en el ámbito del arte pictórico, escultórico y fotográfico dominicano.
No busca sondear los poderes del inconsciente del ser en la obra de arte. Su crítica es clara y directa. Insiste en develar la relación entre el ser humano creador; los actos sociales que impactan su sensibilidad e imaginario; y la obra de arte como respuesta, como queja, como enfrentamiento, como búsqueda de soluciones e incluso como catarsis…
La académica domina la historia local, regional y mundial; conjuntamente, cuenta con un conocimiento superior de la lengua y una sensibilidad artística sutil que le faculta para ver más allá de lo obvio y cotidiano permitiéndole penetrar las profundidades del objeto de su análisis.
En primera instancia, esto que parecería ser una ventaja, podría convertirse en un obstáculo si no fuera porque Miller logra desaparecer como sujeto para asegurar, consciente o inconscientemente, que su crítica se mantenga objetiva y sin contaminaciones.
De este modo, evita que sus propios símbolos y su narrativa interior se conviertan en la obra observada. Como analista y estudiosa avezada Jeannette Miller elimina la posibilidad de viciar su crítica. Esto lo logra al mantener los límites prudentes del que sabe lo que hace. Se cuida, sobremanera, de no deformar el objeto artístico que estudia.
Realiza la crítica al objeto (la obra), lo que es igual a la estilística de las formas y la de los temas (forma-tema) manteniéndose en el centro. Esto le permite evitar el riesgo de la primera, es decir, confundir el análisis con el catálogo o inventario. Y es que como virtuosa en su ramo comprende que el peligro crece a medida que se perfecciona los métodos de recuento. Miller como buena investigadora expresa la data, pero sin dejarse caer en la trampa de las estadísticas. Sobre lo segundo, es cuidadosa y evita despacharse a su gusto y de forma caprichosa con los temas de la obra y su contexto.
De un lado como del otro, el punto de partida es un concepto: claro en apariencia, complejo en sus honduras. Lo dado, que es el conjunto de las formas y medios de expresión del Arte o de los temas que estas formas suponen y componen, no se bastan por separado. Lo uno y los otros son necesarios y Miller como crítica siente su llamado.
En el ámbito de la investigación, Jeannette Miller logra darle un orden a la Historia del Arte dominicano clasificándolo no solo cronológicamente sino desde sus indagaciones, preguntas y respuestas. Sugiere y define las influencias de movimientos de intelectuales de otras latitudes, sobre todo las de los europeos como José Vela Zanetti y Josep Gausachs, entre otros. Destaca la importancia de la inyección y estímulo logrado a través de las migraciones de notorios artistas en la creación de los lenguajes artísticos dominicanos.
Es decir, sus terrenos de investigación están repartidos en equilibradas parcelas. Trabaja la obra como receptáculo de temas privilegiados: los medios del arte, entiéndase el lenguaje a través de los cuales los temas se expresan; el tema en sí mismo; el espacio y el tiempo; y como sustrato el viaje por el mundo que impacta la identidad de lo dominicano en el artista y su obra.
Sin embargo, hemos de reconocer que Jeannette Miller nos permite vislumbrar destellos de su talante cuando confiere primacía a los tópicos sobre lo político, las dictaduras, la negritud, las invasiones y las guerras, entre otros no menos importantes. El impacto de todo ello y las expresiones de los creadores, muchas veces desde la resistencia y las vanguardias son resplandores difíciles de ignorar por la sensibilidad social de Jeannette Miller.
Su obra crítica tiene una filosofía, una estética, una moral particular y todo ello constituye su estilo. Cada obra de arte para ella es un microcosmos que forma parte de la totalidad del arte nacional. Su crítica utiliza dos vías: en una, reconstruye la Historia; esto incluye el carácter y la vida del autor (sus estudios, viajes, influencias) como en el caso de los artistas Fernando Peña Defilló, Domingo Batista, Gilberto Hernández Ortega, y la puertorriqueña Noemí Ruíz… En la otra vía, interroga a la obra misma sobre las condiciones de su existencia, tal como hemos indicado.
En el último caso, a sabiendas de que tal como afirmaba Valery: “no puede concebirse lo verdadero”, Jeannette Miller muestra que la estructura íntima de la obra corresponde, necesariamente, a la estructura íntima del espíritu de donde procede. Además, sabe que la crítica con frecuencia se encuentra con barreras infranqueables. De ahí, que sigue los pasos no solo de la obra sino del creador, visto como un ser ajeno al yo cotidiano del artista.
Su discurso crítico hace referencia a la disposición de estructuras significantes, sin perderse en atajos sin salida. No es un discurso sobre su propia conciencia creadora (como escritora y crítica), tampoco, una recreación de lo observado. Su mirada va desde la posición y reposición de los artistas y sus obras en su lugar y su tiempo hasta el arte como manifestación de la realidad humana que trata de captarse y significarse.
Miller no entrega la primacía absoluta a la obra de arte sino que reclama el valor del ser, del genio creador (el artista). Se posiciona, como ya hemos mencionado, como autora de la crítica y no como co-creadora de la obra de arte. Porque como hemos afirmado, se impone límites que le permiten mantenerse en el espacio crítico sin contaminaciones propias de un súper yo observador.
Se posiciona entre los críticos que tienen en cuenta la intención del artista respecto a la época que les tocó vivir. Sus estudios, en algunos casos específicos y por el tipo de proyecto, están fundados en inventarios de los hechos de expresión y no tanto en alcanzar la definición y función estilística o por lo menos en relación con la percepción como lo demuestran los siguientes casos: “La Historia General del pueblo dominicano”, coedición entre el Archivo General de la Nación (AGN) y la Academia Dominicana de la Historia; “Murales Dominicanos”, edición de la Unesco; “Historia del Arte Dominicano” editado por el Banco de Reservas; los proyectos ejecutados para el Banco Central; la “Colección de los Tesoros del Banco Popular y luego sus libros catalogados, entre otros de igual de importancia.
En ella hay una crítica de identificación de compresión totalizante con las obras de contenido social.
Las recibe como parte del proceso natural que exigen los tiempos y los pueblos para avanzar y desarrollarse. Sí, así es…, obra y sociedad he ahí su concentración, he ahí aquello a lo que da mayor importancia. Para ella la obra narra a través de sus medios (pintura, escultura, fotografía…) una historia social y a la vez, impacta y produce cambios en esa sociedad que la recibe. Para Jeannette Miller el arte tiene un fin vital: ser catalizador de cambios.