Operación Cobra
Caso Senasa: ¿la copa medio llena o medio vacía?

Senasa
El Día Internacional contra la Corrupción encuentra hoy a la República Dominicana frente al caso Senasa, que ha sacudido al país, y no es para menos. Si se comprueba lo que plantea el Ministerio Público, estaríamos ante un fraude colosal que no solo remueve nuestros cimientos institucionales, sino que también provoca una profunda conmoción social.
Se trataría de una grotesca malversación de fondos destinados a un área tan sensible como la salud. Lo más indignante es que estaríamos hablando de la sustracción de recursos que ya son escasos, porque en República Dominicana apenas se invierte alrededor del 2% del PIB en salud, pese a que la OMS y la OPS recomiendan una inversión mínima del 6% para garantizar servicios de calidad, prevención y atención primaria.
En otras palabras, con el presunto fraude en Senasa no solo se estaría jugando con la salud y la vida de la gente, sino con la vida de quienes menos tienen y menos pueden.
En medio de este panorama sombrío hay una luz: la actitud de la ciudadanía y la respuesta de algunas instancias gubernamentales. Para ser justos, hay que reconocer la reacción del presidente Luis Abinader, quien ha reiterado su compromiso de actuar sin dilaciones ante cualquier irregularidad y garantizar que en su gobierno no habrá impunidad. Recordó, además, que tan pronto recibió informaciones que generaban sospechas sobre Senasa, ordenó una investigación.
Este sería, de hecho, el tercer gran caso en que al presidente le toca no proteger a personas que fueron claves en el equipo que dirigió su campaña. Y eso rompe con una vieja tradición dominicana en la que históricamente se premiaba la lealtad política por encima de la rendición de cuentas. Hasta ahora, Abinader se ha diferenciado de sus antecesores en algo clave: ha permitido que personas de su propio círculo sean investigadas. Ese, definitivamente, es un avance importante.
El otro elemento fundamental es que la ciudadanía ha cambiado. Vivimos en una sociedad que exige más, que valora la transparencia y que reconoce la lucha contra la corrupción como un indicador de calidad democrática, algo que incluso ha influido en decisiones de voto. Ese es un logro ciudadano que no podemos perder de vista.
Por eso, cuando ciertos sectores minimizan la importancia del tema alegando que no aparece entre las principales preocupaciones en encuestas, advierto: “Que no figure en los primeros lugares no significa que haya disminuido la conciencia social ni la indignación frente a la corrupción. Sin temor a equivocarme, afirmo que la intolerancia y el deseo de justicia siguen altos”.
Ahora bien, estos avances, aunque importantes, no son suficientes. La magnitud del presunto desfalco en Senasa lo evidencia. Hace falta fortalecer aún más las instituciones para prevenir este tipo de operaciones: cómo lograr que las alarmas se activen temprano, que los controles internos funcionen y que no dependamos exclusivamente de la voluntad ética de un presidente o de la presión ciudadana.
Frente al caso Senasa, se puede ver la copa medio llena o medio vacía. Yo, quizás por el optimismo que acompaña a mi edad, prefiero verla medio llena porque la instrumentación de este expediente es un precedente positivo. Pero no debemos bajar la guardia ni las demandas: el objetivo no es solo completar la copa, sino que algún día rebose por completo de transparencia e institucionalidad.