Lisboa. Pocas familias son tan famosas en Portugal como los Espírito Santo, una saga de banqueros -hoy en declive- que recibió con los brazos abiertos a la realeza exiliada hace décadas y que mantiene una estrecha relación con los Borbón.
Dos días después de que anunciase en una carta dirigida a su hijo Felipe VI que abandonaba España, el paradero del rey emérito sigue siendo desconocido, pero Portugal sería uno de los destinos más cómodos para Juan Carlos I, no sólo por su proximidad a España sino porque vivió en el país parte de su adolescencia y conserva todavía grandes amigos.
Si primero se barajó la posibilidad de que se hubiese trasladado a Estoril, el barrio de Cascais donde se instaló la familia real en el exilio, varios medios lo sitúan ahora en Azeitão, a unos 35 kilómetros al sur de Lisboa, en la Quinta do Peru, propiedad de los Espírito Santo.
Esta dinastía de banqueros nacida en el siglo XIX se encargó de recibir e incluso apoyar financieramente en Estoril a la realeza y la alta sociedad europea que buscó refugio en suelo portugués tras el final de la Segunda Guerra Mundial.
Por allí pasaron familias monárquicas sin corona como los Saboya, los Orleáns, los Hungría, los Bulgaria y los propios Borbones, que en 1946 instalaron su residencia en esta localidad costera cercana a Lisboa.
De los dos hermanos banqueros de la familia Espírito Santo, Ricardo y Manuel, Don Juan de Borbón entabló amistad especialmente con el segundo, según relata el historiador Ricardo Mateos en su libro “Estoril. Los años dorados».
Manuel Ribeiro do Espírito Santo e Silva y su esposa Isabel eran los propietarios de la Casa Santa Maria, situada junto al faro de Cascais, frecuentada por los Condes de Barcelona. Aquella amistad entre ambas familias perduró incluso más allá de la coronación de Juan Carlos I, que volvió en más de una ocasión a la “costa dorada” portuguesa durante su reinado para disfrutar de una de sus pasiones, la vela.
Y durante sus estancias en Portugal siguió recurriendo a sus amigos Espírito Santo, como ocurrió en 1998, cuando estuvo hospedado en una villa de la familia junto al Club Naval mientras participaba en el trofeo de vela que lleva su nombre.
La finca de Azeitão en la que se especula que podría estar, en pleno Parque Natural de Arrábida, era propiedad de una de las hijas de Manuel Ribeiro do Espírito Santo e Silva, Ana Filipa, fallecida en 2018 y casada con João Manuel Brito e Cunha, también amigo de la infancia de Don Juan Carlos.
João Manuel Brito e Cunha, de la misma edad que el rey emérito y que todavía vive, es Conde de Portugal de Faria y heredero de la familia Albuquerque d’Orey. El matrimonio tiene dos hijas que son actrices, Ana y Patrícia Brito e Cunha. El negocio del Banco Espírito Santo continuó por otras de las ramas de la familia.
Las riendas de la entidad estuvieron entre 1992 y 2014 en manos de un sobrino-nieto de Manuel Ribeiro do Espírito Santo e Silva, el banquero Ricardo Salgado, hasta que quebró en 2014 después de registrar pérdidas multimillonarias y de que se detectaran irregularidades en sus cuentas. Salgado es el principal acusado del proceso judicial abierto en torno a la caída del banco.