Como expresión de los sentimientos entrañables, la lírica encarna la vía más adecuada para expresar lo que dicta la sensibilidad y lo que intuye la conciencia, que el arte de la creación verbal canaliza en la poesía. El poemario de Indhira Itsuki, Ventana de sueños, está inspirado en las manifestaciones entrañables de una conciencia profunda y, al auscultar el lenguaje del yo profundo, la poeta canaliza el sentido de la naturaleza y los efluvios de la trascendencia, pues esta joven creadora se introduce en el interior de la realidad real y en los mundos sutiles de la realidad trascendente, y sabe captar no solo los datos de los fluidos sensoriales de las cosas, sino también los efluvios de las irradiaciones estelares del universo, y en esa comunión de su sensibilidad con lo viviente hay una relación entrañable entre Indhira y la naturaleza, entre Indhira y lo viviente, entre Indhira y la trascendencia, y, mediante la inspiración estética y espiritual, la poeta, compenetrada con el fluir de lo viviente, emocionada con el fulgor de la naturaleza y concitada por los sueños de su imaginación, plasma lo que siente su sensibilidad y lo que capta su conciencia, y mediante el arte de la creación poética canaliza la expresión que mana de la esencia del Universo a través del vínculo entrañable de la poeta y el mundo, entre lo visible y lo suprasensible, y, con los procesos imaginarios la poeta despliega su talento creador para hacer de la palabra el testimonio de una visión mitopoética del mundo en una correlación del alma de la poeta con el alma de las cosas, de la conciencia de la poeta con la conciencia cósmica y, en esa relación adviene el sueño y la poeta vuela, ausculta su interior en esa conexión con lo viviente, y vuela, y se interna en los meandros del universo buscando el sentido de su vida, lo que otea su conciencia, y desde su sensibilidad empática y su inteligencia sutil, capta el sentido que intuye en su vínculo con la conciencia cósmica, y escribe:
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“Un día se levantó corriendo en una pradera la niña que dibujaba pensamientos en papel, se acercó a un árbol diciendo: deseo conocer la sabiduría del mundo, y el árbol contesta que todo lo que sus ojos veían lo era entonces, y ella respondió: deseo comprender lo insondable de las cosas, y la curiosidad apareció siendo liebre; convirtiéndose en león, en libélula, convirtiéndose en colibrí, la niña lo siguió para atraparlo lanzándose en una media luna que apareció en el aire, nunca más la vieron. El árbol cuenta que la curiosidad desapareció con ella, pero el viento dice que su espíritu encontró lo que buscaba: El interior del universo”.
Indhira Itsuki siente que somos emanaciones del Universo, y así lo expresa en el poema “Destellos”, una manera de enfatizar una vinculación cuántica con lo viviente, y acontece que la física cuántica enseña que todo forma parte del Todo, como enseñaban los antiguos pensadores presocráticos, desde Heráclito de Éfeso, Tales de Mileto y Leucipo de Abdera. Desde luego, el creador del concepto del Logos, Heráclito de Éfeso, consignó que la palabra viene del Altísimo, y, esta joven poeta, al escribir “Destellos”, resalta el vínculo entrañable de todo con el Todo, de cada ser con la esencia de lo viviente, y ese concepto no es una metáfora sino una realidad, como han enseñado iluminados y místicos de la talla de Platón, san Francisco de Asís y Ángelus Silesius.
La autora de Ventanas de sueños canaliza un caudal de sueños, vale decir, de inspiraciones, concepciones, emociones, intuiciones y vivencias entrañables que la emisora de estos versos formaliza en palabras luminosas mediante la versificación poética, la belleza de la expresión y el sentido de lo viviente. El poema “3” habla de la eternidad, y la eternidad es una aspiración humana, razón por la cual el concepto de vida fluye en los versos de esta lírica fecunda. El concepto de espíritu mana del espíritu de esta grandiosa poeta, y viene a su mente la contraposición entre la sombra y la luz, entre lo fugaz y lo permanente, entre el espejismo y la realidad, y eso desconcierta a la poeta, porque siente la realidad como la expresión de un todo, el todo de lo viviente, el todo de la espiritualidad, como lo siente esta amorosa poeta que vibra con todo, que se estremece con el esplendor de la creación y que se emociona ante la eternidad del Universo y ante la eternidad del espíritu que nos conecta con la esencia del mundo y, desde luego, con el aliento sacratísimo de lo Alto:
La relación entrañable de Indhira Itsuki con la vida la hace parir poemas que espolean su imaginación y la excitan hasta sentir un singular connubio con las cosas, una relación erótica con todo, una cópula entrañable con el alma de las cosas a la luz de su experiencia vital. Entonces sus metáforas son meras sombras de la luz que fluye en su conciencia; meros reflejos de la emoción que sacude su interior. Y sus figuraciones estéticas constituyen un tímido reflejo del fulgor que estremece su sensibilidad, reta su conciencia y activa su talento, porque esta agraciada creadora vive con la llama del ser, se estremece con el fulgor de la belleza y se desconcierta ante la sensorialidad que la subyuga, y, ante la pasión que la convoca, desata su imaginación y activa su poder creador de poeta, una poeta de la sombra y de la luz, de la belleza y el sentido, del aliento inconsútil de la trascendencia que ella, en la comunión fecunda y sutil de su relación entrañable y profunda, vive y goza y crea.
La lírica plasmada en Ventanas de sueños es una creación edificante y luminosa, de tal manera que se puede inferir que la poeta es una amanuense del Espíritu, según reflejan la belleza lírica y la hondura conceptual de sus versos, razón por la cual la autora se siente una amanuense del sentido estético, la pasión erótica, el sentido cósmico y la dimensión espiritual en cuya virtud canta con la emoción de la sensibilidad y la pasión del espíritu, como se puede apreciar en el texto titulado “11”:
Este cautivador poemario sorprende por la belleza de su forma y la hondura del contenido que manifiesta el hallazgo de novedosas intuiciones y la profundidad de singulares revelaciones que recrea con la pasión de un sueño. Se sabe que soñamos lo que no parece imposible, lo que compensa nuestras deficiencias y lo que anhelamos y no tenemos. Desde luego, para expresarlo en la dimensión estética y espiritual, la poeta se vale del lenguaje indirecto de las imágenes, y así expresa las vivencias de su experiencia afectiva, erótica y espiritual con las alusiones simbólicas de una imaginación que inspira la creación de esta grandiosa portalira de las letras dominicanas:
La poética de Indhira Itsuki ve luz en la sombra, aliento en la nostalgia y belleza en la evocación con tal intensidad que lo siente todo, lo goza todo, lo sufre todo, lo vive todo, y todo despierta su creatividad, eco y cauce de su porosa sensibilidad estética y espiritual. Entonces florece la expresión estética y rutila la onda espiritual que da cuenta de una visión luminosa, de un sentido singular de cuanto acontece, de una exploración de las vivencias entrañables que fecundan la sensibilidad y atizan la conciencia para vivir la llama de la intuición, el aliento de la inspiración y el sentido de la revelación y crear una poesía con sabiduría, con las emociones que atizan la conciencia, las imágenes que exaltan la sensibilidad y las verdades que alumbran el arte de la creación.
Las vertientes estéticas de este poemario de son estas:
- Auscultación del lenguaje del yo profundo, con la ponderación de la imaginación.
- Enfoque del fuero interior de la conciencia, con énfasis en la intuición, la inspiración y la revelación como vías para la creación.
- Captación sensorial, afectiva, imaginativa, estética y espiritual mediante la belleza y el sentido con la hondura del concepto en la emoción estética.
- Creación de imágenes simbolistas, surrealistas, mágico-realistas e interioristas, que revelan la belleza y el sentido de los fenómenos sutiles.
- Gestación de verdades de vida con belleza sutil y hondura trascedente que abordan el lenguaje de la conciencia, el sentido de lo viviente y el fulgor sensorial y sutil de fenómenos y cosas.
Pensar en imágenes es un atributo de la inteligencia poética. Y esa dotación del talento estético convierte en figuraciones expresivas las intuiciones de las cosas que formalizan el arte de la creación mediante las figuraciones formales de epítetos, metáforas, alegorías, símbolos y arquetipos. Indhira Itsuki hace de las palabras el cauce de su creación al auscultar el interior de su conciencia, el sentido de la realidad y el trasfondo de fenómenos sutiles, con las irradiaciones que impactan su sensibilidad y estremecen su conciencia, eco y cauce de su inteligencia sutil, que refleja el poema “11.11”:
Cuando los antiguos griegos veían a un poeta se inclinaban reverentes ante su presencia porque los percibían como amanuenses del Espíritu. Como los antiguos griegos, me inclino reverente ante Indhira Itsuki Roca, portal de la sabiduría espiritual del Cosmos, creadora de una lírica con la luz que ilumina y la belleza que embriaga. La de esta nueva poeta es una obra prodigiosa por el fulgor del sentido y el primor de su pasión expresados con la llama que arrebata y la emoción que alborota, encandila y entusiasma.
[Este arte artículo es un extracto de una conferencia contentiva de 6246 palabras, pronunciada el 21 de septiembre de 2024, en un encuentro del Ateneo Insular. Fue reducida a 1770 palabras por Rafael Peralta Romero].