El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, declaró hoy un cese el fuego unilateral con la guerrilla comunista del Nuevo Ejército del Pueblo (NEP) para que el Ejército se pueda centrar en la respuesta ante el COVID-19.
El alto el fuego entrará en vigor la medianoche del jueves hasta el día 15 de abril, mientras la isla de Luzón -la mayor del país- se encuentra desde el lunes bajo estricta cuarentena para contener la propagación del nuevo coronavirus.
Duterte ordenó “cesar y desistir de llevar a cabo cualquier ofensiva militar u operación policial durante el alto el fuego”, informó en un comunicado el portavoz presidencial, Salvador Panelo.
“Con el cese el fuego el Gobierno filipino aspira a que la rápida asistencia de salud pública no se vea obstaculizada”, señaló Panelo sobre el brote del COVID-19 en Filipinas, donde hay 202 casos confirmados y 17 muertes, aunque se sospecha que haya cientos de casos sin detectar por falta de medios.
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Duterte llegó al poder en 2016 con la promesa de revivir el proceso de paz con los comunistas pero las conversaciones se rompieron hasta en tres ocasiones, la última hace un año, cuando el mandatario cerró la vía de la negociación y ordenó al Ejército “aniquilar al enemigo».
Sin embargo, el pasado diciembre abrió de nuevo la puerta al diálogo y desde entonces se han desarrollado algunos encuentros exploratorios en Holanda, donde vive en autoexilio desde hace tres décadas Jose María Sison, fundador del ilegalizado Partido Comunista y de su ala militar, el NEP.
El pasado viernes, el jefe máximo militar del NEP, Julius Giron, murió en una operación conjunta del Ejército y la Policía Nacional, lo que supuso un duro golpe para la organización y, según varios analistas, un paso más para el fin del conflicto.
El NEP, que nació en 1969 para combatir la dictadura de Ferdinand Marcos, cuenta con unos 3.900 combatientes regulares -aunque llegó a tener 26.000 en los años ochenta- librando un conflicto de medio siglo que ha dejado 43.000 muertos.