Cuando aparece en la palestra pública en mayo de 2000, despertó curiosidad en todos los dominicanos. Y es que hasta ese entonces, desde hace mucho tiempo el Palacio Nacional había carecido de la presencia de Primeras Damas. Doña Rosa Gómez de Mejía, la nueva huésped de la Casa de Gobierno, esposa del presidente electo Hipólito Mejía, una mujer que nunca había hecho vida pública, de repente sale del hogar y del seno familiar para ocupar una posición que nunca imaginó, a pesar de que su esposo estaba ligado a la política.
Para ella fue creado el Despacho de la Primera Dama, inicialmente funcionando en el tercer piso de la Casa de Gobierno, que más tarde fue trasladado a una casona en la avenida Bolívar, desde donde comenzó a trabajar por la educación de la juventud, porque es una fiel creyente de que a las personas hay que ayudarlas en su desarrollo. Es por ello que fundamentó su gestión en dar soporte a los programas educativos que ofrecen los politécnicos y las escuelas vocacionales de los barrios y las zonas rurales, en busca de mejorar su calidad de enseñanza.
A su gran proyecto dedicado a los jóvenes le dio el nombre de Aprender a emprender, en una cultura de paz, una filosofía que nutre todas las demás iniciativas, que tiene como propósito inculcar en la población la importancia de adquirir las cosas por uno mismo.
El Museo Trampolín, su más reciente obra que dio a conocer, es otra herramienta que creó para que la niñez aprenda disfrutando.
Hoy, Doña Rosa Gómez de Mejía tiene la posibilidad de continuar en esas funciones, ya que su esposo, el presidente Hipólito Mejía, eligió los caminos de la reelección para el período de gobierno 2004 2008.
La Primera Dama cuenta a Rostros sus experiencias, sus aportes y, ¿por qué no?, sus sentimientos que muestran a una persona auténtica, sencilla, tierna, noble, conciliadora y atenta con los suyos, amigos y allegados; y con valores muy claros sobre lo que es la familia.
[b]- ¿Qué opina usted de la familia?[/b]
La familia realmente es el pilar en que descansa la sociedad; creo que la familia y todo el trabajo que se haga con la familia es productivo, y debemos empeñarnos en seguir trabajando con ella para darle realmente la asistencia, no únicamente en lo económico, que hace mucha falta, sino también en aumentar su capacidad de enfrentar la vida, de que puedan prepararse mejor para llegar a hacer un ente productivo en la sociedad que les toca vivir.
[b]- ¿Cuál es el factor preponderante en su familia? [/b]
La unión familiar. Yo creo que eso es un valor que hay que trabajarlo incesantemente, logrando que los padres y los que forman el contexto familiar se mantengan o puedan lograr un diálogo, un acercamiento entre unos y otros, que les permita desarrollar el apoyo que se tiene que dar uno y otro, porque se necesita de esa compenetración, de crear conciencia de que una familia es eso: una serie de personas que se interrelacionan e interactúan, que tienen fuertes lazos de solidaridad y unión.
[b]-¿Qué papel juega usted en su familia?[/b]
En mi familia yo trabajo mucho en la interacción entre todos, soy la que procura el acercamiento, que nos reunamos y que nos estemos dando el apoyo en el momento que es importante.
[b]- ¿Qué valores considera indispensables a través del tiempo, para trasmitir a la familia?[/b]
Es indispensable transmitir el respeto de los padres por los hijos y de los hijos por los padres, y por todo su entorno. La honradez, la solidaridad, y saber que nosotros siempre podemos ayudar al que está a nuestro lado. A veces nos volcamos más por los que están más lejos, que quizás no son los más fáciles; a veces es más difícil trabajar con los que están más cerca. Esas son las cosas que hay que mantener. En la juventud hay que despertar el deseo por el deporte, por una actividad que los distraiga positivamente para alejarlos de la violencia y los vicios.
[b]- ¿Cómo se define usted en su papel de abuela? [/b]
(Sonríe muy emocionada) Yo soy una abuela muy cariñosa, que me gusta ver que mis nietos vayan a casa, que jueguen, que se sientan contentos. Yo no creo que sea apoyadora. Realmente no me gusta verlos llorar ni pelear, pero es difícil, porque siempre se pelean.
[b]- En su escala de valores ¿qué lugar le da a la familia?[/b]
El primer lugar, porque el reflejo de la sociedad es la familia, ahí es donde nos nutrimos, ahí es donde verdaderamente, sin darnos cuenta, les estamos transmitiendo valores, y ellos están bebiendo eso.
[b]- ¿Cómo piensa que deben educarse los jóvenes de hoy?[/b]
Hay que educarlos con confianza. Además, para mí la educación integral que dan en los politécnicos me gusta mucho. Además de todos esos valores que hemos hablado, también debe haber un fundamento de fe, de saber que no somos seres únicamente humanos, sino que tenemos espíritu, y creo que hemos ido mejorando en la educación. Lo que tenemos es que fortalecerla cada día más.
[b]- ¿Cuál es la cualidad que más la define?[/b]
La tolerancia, porque a veces una tiene ciertas situaciones y reacciona con exabruptos… Entonces hay que pensar y esperar.
[b]- ¿Qué cosas no soporta?[/b]
Lo que más me molesta es la hipocresía.
[b]- ¿Cuál ha sido el mejor momento de su vida?[/b]
Gracias a Dios he tenido muchos momentos de alegría. Pero te puedo decir que hay algunos que me hacen sentir muy plena y muy contenta. Cuando mis hijos se han graduado de bachillerato, de la universidad, en sus estudios de posgrado. Es una satisfacción plena. Otra cosa que me ha llenado de mucha alegría es cuando nacieron mis nietos, y la llegada de cada hijo ha sido muy reconfortante y muy bonita.
[b]- ¿Y el peor momento doña Rosa?[/b]
(Al escuchar la pregunta, de inmediato sus ojos se tornan llorosos y enrojecidos) Eso si lo tengo clarito. Hacia el año 81 yo tuve que someterme a una operación, y cuando me informaron que había dado positivo, que era cáncer en un seno, eso fue muy doloroso. Yo le he dado muchas gracias a Dios, han pasado 23 años de esa situación, pero todo en la vida, y para los que creemos en Dios, todo obra para bien, porque eso me ha dado una posibilidad de entender algunas situaciones, y en la medida que puedo me he insertado en algunas campañas para apoyar que la mujer debe cuidarse, que debe tener responsabilidad consigo misma.
[b]Trabaja con la educación integral de politécnicos y escuelas vocacionales [/b]
[b]- ¿Cómo se ha sentido en su posición de Primera Dama?[/b]
Me he sentido muy bien, ha sido un desafío, he tenido que volver a trabajar diariamente en un horario completo. Pero nuestro Despacho ha salido adelante. Es la primera vez que se inicia un despacho, y nos tocó iniciarlo y trabajar. Aunque uno quisiera hacer más cosas, pero estamos contentos con lo que se ha logrado.
[b]- ¿Por qué?[/b]
Hemos podido trabajar con una cantidad de politécnicos de los barrios de la capital y también de las zonas rurales, a través de los cuales ayudamos a muchos jóvenes, no solamente en su calidad de enseñanza, que de hecho se ha logrado, sino también insertándolos en programas que ayudan a mejorar su forma de pensar. Hemos contribuido a que ellos crezcan en ese sentido.
[b]- ¿Alguna vez imaginó que sería Primera Dama?[/b]
(Una mueca en su rostro refleja que jamás pasó por su mente cosa igual, pero precisa que en un momento dado de la incursión en la política de su marido, se dijo que si así fuese tenía que apoyarlo en todo, siempre y cuando Dios le diera la fortaleza).Por la capacidad de trabajo que tiene Hipólito, yo tenía mi disputa interior, y cuando el optó por un trabajo como director del Instituto del Tabaco, me froté las manos, diciendo ya está en la empresa privada, y mira, unos años más tarde que pasó.
[b]- ¿Cómo definiría este momento de su vida, a nivel personal?[/b]
De crecimiento, de madurez. Porque debo confesarte que ya para esta época, habiendo vivido toda una serie de situaciones y de compromisos con la sociedad, con las instituciones con las que hemos trabajado, siento que he madurado, inclusive en mi manera de enfocar mi trabajo político, tanto así que en mi familia, apoyamos la decisión de Hipólito de optar por un nuevo ejercicio en la Presidencia. De modo que ha sido de crecimiento.
– Pasando balance a su gestión, ¿cuál o cuáles son, a su juicio, sus aportes más importantes?
Lo principal ha sido la educación, porque creo es, sino la única, la principal; de ayudar a que las personas se desarrollen, y por ende se desarrollen los pueblos. A través de la educación hemos podido llegar a una cantidad considerable de politécnicos ayudándolos a proveer mejorías en los programas que desarrollan, dotándolos de computadoras, proporcionándoles así una mejor calidad de enseñanza. Pero lo que más nos llena de satisfacción es la educación integral que hemos podido lograr. Todo a través del Despacho de la Primera Dama en coordinación con la Secretaría de Educación. Entre los politécnicos y escuelas vocacionales que hemos apoyado a nivel nacional sumamos alrededor de 50.
[b]- ¿Puede pasarnos balance de su gran proyecto Aprender a emprender, en una cultura de paz? [/b]
Más que un proyecto es una filosofía que nutre todos nuestros proyectos. Por ejemplo: nosotros tenemos un proyecto para la educación y la vida para Aprender a emprender, en una cultura de paz, o sea, ese es un proyecto lindísimo, porque lo que tratamos es de inculcar en la población la importancia de que ellos adquieran el mecanismo y sepan cómo emprender las cosas. Ese es un proceso educativo importantísimo, que las personas vayan despertando a su realidad, de que no es lo que me van a traer, sino lo que yo tengo que buscar.
[b]- ¿De volver a ocupar la posición de Primera Dama, habría algo pendiente que ejecutar?[/b]
Sí, siempre hay cosas pendientes. Daríamos continuidad a todos los proyectos que hemos estado trabajando, porque aún nos quedan muchos trabajos pendientes maravillosos.
[b]- ¿Cómo o cuándo se enamoraron usted y el presidente Hipólito Mejía?[/b]
(La pregunta le causa risa, a lo que contesta): Siempre es grato recordar esas cosas, porque, tú sabes que Hipólito y yo somos de un mismo campo, somos los dos de Gurabo e interactuábamos con mis hermanos, mis primas y otros muchachos. Yo no sé en el caso de él, pero yo lo veía como un amigo; pero de repente llegó un momento especial, me di cuenta que estaba enamorada de él. Tuvimos un noviazgo que duró cuatro años.
[b]- ¿Quién se le declaró a quién?[/b]
Si tú hablas con Hipólito él te dice que fui yo. (Una gran carcajada invade la sala, pero aclara): Realmente todo comenzó con una invitación que él me hizo al cine, así empezaron las cosas… con un poco más de un año de amoríos escondiditos, que al formalizarlos completaron los cuatro años y nos casamos.
– ¿ Podría hablarnos de su humanidad? Ya que como estadista todos la conocemos.
Son tantas las vivencias que yo tengo de esa humanidad de Hipólito, pero por siempre recuerdo que acabados de llegar de nuestro viaje de luna de miel, íbamos a pasar un tiempito en una casita que estábamos tratando de adquirirla, que en ese tiempo los iniciales eran de 2.000 a 300 pesos, y nos encontramos con un muchacho al que Hipólito saludó con mucho cariño; que yo recuerde, Hipólito lo ayudó siempre. Hipólito es muy solidario.
[b]- ¿Y cómo esposo?[/b]
(Nuevamente sus emociones se evidenciaron con la humedad de sus ojos, más un suspiro que la enterneció) Hipólito es muy chulo, una de las cosas buenísimas que tiene es que te da mucha libertad. Es una persona solidaria y que respeta mis pensamientos. Cuando trabajamos los dos, él me daba su dinero y yo lo depositaba. Yo era la que administrado la microeconomía. Y con los muchachos, Hipólito es una persona que cree mucho en su familia.
[b]- ¿Qué hacen Rosa e Hipólito en su tiempo libre?[/b]
Buscar la forma de reunirnos con los hijos, con los nietos. Quiero agradecer al Estado Dominicano por esa casa que está en Juan Dolio, porque eso es un remanso de paz. Uno se siente muy bien ahí y comparte con su familia de una manera muy rica.
[b]- ¿Comparte a menudo con sus hijos y nietos?[/b]
No tan a menudo, pero sí comparte. Ahora que entró la campaña con fuerza no nos estamos reuniendo los domingos. Sin embargo, en casa, los sábados, ellos saben que nosotros mantenemos las puertas abiertas, y llegan los hijos y los nietos, a lo que Hipólito se integra dentro de sus posibilidades.
[b]- ¿Cuál ha sido ese detalle con el que la ha sorprendido su esposo, que ha logrado emocionarla?[/b]
(Una sonrisa franca ilumina su rostro y precisa emocionada): Cuando estamos en reuniones o en misa, él busca mis manos. Y eso realmente a mí me gusta, me llega muy profundamente.
[b]- ¿Qué recuerdos guarda de su infancia?[/b]
Los recuerdos de mi infancia son todos relacionados con su familia: mi mamá, mi papá y mis hermanos. No somos muchos, solo quedamos dos, éramos tres. Tú sabes que yo vivía en Gurabo y estudiaba en Santiago, pero me quedaba en casa de una tía, y los fines de semana regresábamos al campo, eso era a principios de los años 50. Para mí era una alegría muy genuina, porque mi papá era muy acogedor. Esas noches de luna en el campo yo las disfrutaba, en ese entonces no había luz eléctrica. Siempre recuerdo a mi papá cuando decía cámbiense que vamos a visitar, ya sea a su hermano, donde mi abuela o cualquier pariente, eso me llena de mucha alegría. Esos recuerdos de mi niñez son muy agradables. Mi mamá era una mujer de mucha disciplina, además era muy persistente, tanto así que ella tenía que ir al médico semanalmente y duró ocho años sin fallar. Sus hermanos Ignacio y Rafito era sus cómplices; pero Rafito era siempre el que le apoyaba.
– ¿Nos puede contar alguna anécdota entrañable que haya marcado su niñez ?
Sí, por ejemplo para mí las Navidades son muy especiales, porque aún naciendo de una familia pobre, mis padres se las ingeniaban para en diciembre tenernos regalitos del Niño Jesús, eso fue una constante. Entonces hay cosas que te marcan. A mí las Navidades me llenan de alegría, yo me siento bien, contenta.
[b]- ¿Cuál es el credo de doña Rosa?[/b]
El credo mío es trabajar con ahínco en búsqueda de mejoría, tanto de la familia, como de nuestros proyectos, y siempre confiada y con fe infinita puesta en Dios, que para mí es el guía por excelencia.