“Hay enormes desafíos y uno es la mala calidad de la educación. República Dominicana en materia de educación está muy mal. Es posible hacer un cambio dramático y aumentar la calidad en la educación porque, si queremos llevar a la sociedad conocimiento en educación, el mundo que viene o la inteligencia artificial, se requiere mucho mas calidad en la educación, herramientas e instrumentos”.

El expresidente de Chile, Sebastián Piñera, quien participó esta semana como invitado en el Almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio, no nos está diciendo nada nuevo, nada que no sepamos ya o que no nos hayan dicho, con la contundencia de las verdades duras y amargas, los estudios que se han realizado para evaluar el impacto que ha tenido la asignación del 4% del PIB a la educación preuniversitaria.

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Es el caso del informe publicado recientemente por Educa y el Banco Popular en el que se revela que en diez años, desde el 2012 hasta el 2022, el país ha invertido la astronómica suma de US$40.8 billones de dólares para mejorar el sistema educativo, pero en ese mismo periodo, señala el informe, el aprendizaje ha disminuido proporcionalmente. ¿Quiere eso decir que si continuamos invirtiendo el 4% va a continuar bajando la calidad? ¿Cómo es posible que estemos igual o peor que antes de invertir todos esos recursos?

Con razón ha dicho el ministro de Educación, Ángel Hernández, que esa inversión fue a parar a la basura, pero esa afirmación que describe en una sola frase el estrepitoso fracaso de un esfuerzo que como país pobre que somos implica un extraordinario sacrificio, se olvidó al día siguiente, como si a nadie le importara tanto dispendio o estuviéramos convencidos de que el destino de esos recursos era el zafacón.

Y así es muy difícil hacer el cambio dramático que, como sugiere Piñera, le permita a la educación dominicana mejorar la calidad del aprendizaje que nos abrirá las puertas de un futuro de progreso y desarrollo.