Mercado y moral
El capitalismo ético de Markus Gabriel
Filosofía, economía y moral en busca de un nuevo contrato social

Markus Gabriel
El filósofo y profesor de la Universidad de Bonn, Markus Gabriel, en su más reciente libro Hacer el bien: cómo el capitalismo ético puede crear un nuevo contrato social, propone un concepto innovador y práctico de capitalismo ético. En esencia, sostiene que las empresas pueden —y deben— obtener beneficios actuando de manera moralmente correcta, convirtiendo la ética en el factor central de los procesos de producción y comercialización.
En otras palabras, el capitalismo ético de Markus Gabriel busca reconciliar el valor moral con el valor económico, demostrando que los negocios moralmente buenos también son provechosos. La mirada del filósofo articula filosofía, ética y economía, con implicaciones prácticas para empresas, gobiernos, ciudadanos y marcas corporativas. Más allá de los atributos positivos que rodean al modelo capitalista, es innegable que éste debe someterse a una autocrítica profunda y objetiva respecto a la falta de conducta ética que exhiben sus principales sostenedores.
Los ejes de la obra de Markus Gabriel
Hacer el bien: cómo el capitalismo ético puede crear un nuevo contrato social analiza la situación actual y las perspectivas del capitalismo tradicional desde tres ejes sustanciales: Nueva Ilustración, capitalismo ético y contrato social renovado.
En este orden, Gabriel manifiesta: “Para superar la era de crisis en la que vivimos, necesitamos, nada más y nada menos, lo que podríamos denominar una Nueva Ilustración, la cual parte de la idea de que debemos reconectar a toda prisa el progreso moral y humano con nuestros medios socioeconómicos de producción de bienes y servicios y, por lo tanto, con la prosperidad y el bienestar”.
La Nueva Ilustración de Gabriel reclama incrementar la libertad y reformar los sistemas económicos. Ante la magnitud de la crisis, los ajustes técnicos no son suficientes. Se requiere un cambio cultural y filosófico que coloque la ética en el centro de la economía. En las sociedades modernas, la economía juega un rol crucial al momento de establecer estabilidad y condiciones para un buen vivir.
“La Nueva Ilustración no es solo algo que parte de la razón y el corazón, sino que también puede aplicarse a la economía. En este contexto, las empresas deben basar sus modelos y prácticas de negocios en la idea de que el éxito económico a largo plazo, sostenible y auténtico, depende de hacer el bien”. (Markus Gabriel).
El capitalismo ético como reivindicación moral
Markus Gabriel sostiene la tesis de que hacer lo moralmente bueno puede y debe ser rentable. El capitalismo ético no es solo una estrategia económica, sino una reivindicación moral. Por ello, las empresas deben orientarse hacia el bien común, generando beneficios mientras mejoran las condiciones de vida de la mayoría.
El economista y profesor de la Universidad de Oxford, Paul Collier, ha advertido:
“Hay grietas que están desgarrando el tejido de nuestras sociedades. Están provocando nuevas ansiedades e iras en la gente, y nuevas pasiones en la política. Las bases sociales de esas ansiedades son geográficas, educativas y morales”.
Gabriel puntualiza que el capitalismo actual, enfocado en la maximización ilimitada de beneficios, ha erosionado la cohesión social y la confianza en las instituciones. La ausencia del factor ético en el capitalismo tradicional demanda, con carácter de urgencia, un contrato social renovado, en el que el progreso moral se traduzca en actividades empresariales que fortalezcan la cooperación social.
Esto equivale a un contrato social donde los actores económicos se comprometan a la ayuda mutua, la sostenibilidad y el respeto de la vida humana, animal y vegetal. Según Gabriel, la reconciliación entre ética y economía consiste en que “el negocio de los negocios es hacer el bien y obtener beneficios de ello”.
Una época de crisis sin precedentes
Para el filósofo alemán, el mundo vive una crisis global sin precedentes:
“Pasada ya la pandemia de covid-19, estallan guerras en casi todas partes y, en consecuencia, muchos Estados invierten en una rápida militarización que avivará nuevos conflictos. Una coexistencia mundial en términos pacíficos se antoja cada vez más imposible. Las desigualdades económicas van en aumento, tanto a escala nacional como mundial. La crisis ecológica se manifiesta en fenómenos meteorológicos extremos y una rápida degradación ambiental. Todo esto impulsa migraciones masivas, que, a su vez, provocan agitación política”.
Principios clave del capitalismo ético
Gabriel aborda el capitalismo ético desde tres principios fundamentales:
El progreso moral como motor económico: las actividades empresariales deben traducirse en mejoras concretas de las condiciones de vida para el mayor número posible de personas.
La bondad como rentable: actuar éticamente no solo es correcto, sino también económicamente provechoso.
La regulación estatal: no basta con la buena voluntad empresarial; se requieren políticas públicas coercitivas que obliguen a las empresas a asumir responsabilidades éticas.
Otros autores coinciden en cuestionar la falta de ética del capitalismo:
“La imponencia del sistema económico capitalista y su constante búsqueda por la multiplicación del capital ha permeado varios escenarios sociales, generando desequilibrios en las relaciones humanas, todo justificado en el quehacer económico. Sin embargo, la ética surge como un elemento de equilibrio y armonización de las tendencias salvajes de este modelo económico, que busca consolidar un punto medio entre los intereses individuales y los colectivos”. (Gómez, C., Sánchez, V. y Millán, E. (2019). Capitalismo y ética: una relación de tensiones).
Capitalismo tradicional vs. capitalismo ético
El capitalismo tradicional prioriza la acumulación de capital y la maximización de beneficios, mientras que el capitalismo ético busca equilibrar esos objetivos con valores como la justicia social, la sostenibilidad y el bienestar colectivo.
El capitalismo ético es una visión realista y prospectiva, orientada al futuro. Es realista porque reconoce la realidad socioeconómica del capitalismo como un conjunto de condiciones vagamente conectadas de la vida económica moderna.
El objetivo sustancial del capitalismo tradicional consiste en maximizar ganancias y expandir el capital, sin importar las desigualdades o impactos negativos que genere en la sociedad. En cambio, el capitalismo ético se enfoca en el bien común, integrando la rentabilidad con la responsabilidad social y ambiental.
Capitalismo ético y tradicional: desafíos para la República Dominicana
En el capitalismo tradicional, el factor ético queda relegado a un segundo plano. La acumulación de riqueza se justifica como motor de progreso, aunque pueda derivar en explotación o desequilibrios. En contraste, el capitalismo ético coloca la ética como principio rector, buscando armonizar intereses individuales y colectivos y evitando prácticas que degraden la dignidad humana.
Impacto social
El capitalismo tradicional tiende a provocar desigualdad, concentración de poder y deterioro de las relaciones humanas, al privilegiar la lógica del mercado sobre la cohesión social. El capitalismo ético, por el contrario, promueve equidad, inclusión y solidaridad, reconociendo que la economía debe servir al bienestar de las personas y no únicamente al capital.
Modelo empresarial
En el capitalismo tradicional, las empresas se concentran en eficiencia y competitividad, prestando poca o ninguna atención a las consecuencias sociales y medioambientales de sus procesos de producción y comercialización. El capitalismo ético, en cambio, integra la responsabilidad social corporativa, la transparencia y las prácticas sostenibles como parte de sus estrategias y principios corporativos.
¿Cómo aplicar la filosofía de Markus Gabriel al contexto dominicano?
Para colocar la ética como factor prioritario en el modelo capitalista dominicano, es necesario que el liderazgo empresarial abandone prácticas heredadas de una lógica de explotación. Mientras la cúpula empresarial se aferre exclusivamente a la acumulación de riquezas materiales, ignorando deliberadamente la responsabilidad social, la ética y la prosperidad de los trabajadores, será difícil integrar los ejes propuestos por Markus Gabriel: Nueva Ilustración, ética y contrato social renovado.
Las características actuales del capitalismo dominicano limitan la posibilidad de aplicar la filosofía de Gabriel como referente positivo. A ello se suman fuerzas restrictivas que obstaculizan el “hacer el bien” que plantea el filósofo alemán:
Alta informalidad laboral: más del 50% de la fuerza laboral se encuentra en la informalidad, debilitando la protección social.
Desigualdad estructural: la concentración de riqueza y oportunidades genera tensiones sociales y limita la cohesión.
Fragilidad institucional: persisten problemas de corrupción, impunidad, clientelismo, falta de transparencia y baja credibilidad institucional.
Dependencia externa: la economía dominicana depende en gran medida del turismo, las remesas y la inversión extranjera, lo que la hace vulnerable a crisis globales.
Hacia un nuevo contrato social dominicano
Crear condiciones favorables para aplicar el capitalismo ético en la República Dominicana implica transformar la lógica económica hacia la cooperación y la responsabilidad compartida. El éxito empresarial debe medirse no solo en ganancias y rentabilidad, sino también en la capacidad de mejorar la vida de la mayoría de los ciudadanos.
Sin duda, esto requiere un nuevo contrato social dominicano, que combine ética, institucionalidad y participación ciudadana activa. Solo así será posible reconciliar economía y moral, y avanzar hacia un modelo de desarrollo más justo, sostenible, humano, inclusivo y menos rentista.
En el contexto del capitalismo tradicional, el factor ético queda relegado a un segundo plano; se justifica la acumulación de riqueza como motor de progreso, aunque pueda derivar en explotación o desequilibrios. Sin embargo, en el capitalismo ético la ética es un principio rector, que busca armonizar intereses individuales y colectivos, evitando prácticas que degraden la dignidad humana.
Con relación al impacto social, el capitalismo tradicional provoca desigualdad, concentración de poder y deterioro de relaciones humanas, ya que suele privilegiar la lógica del mercado sobre la cohesión social. Por lo contrario, el ético promueve equidad, inclusión y solidaridad, reconociendo que la economía debe servir al bienestar de las personas y no solo al capital.
En cuanto al modelo empresarial, en el capitalismo tradicional las empresas se concentran en eficiencia y competitividad, poniendo poca o ninguna atención a las consecuencias sociales y medioambientales que se derivan de sus procesos de producción y comercialización. En este escenario, el capitalismo ético integra al concepto de negocio la responsabilidad social corporativa, transparencia y prácticas sostenibles como parte de sus estrategias y principios corporativos.
¿Qué hacer para aplicar la filosofía de Markus al contexto dominicano?
Para colocar la ética como factor prioritario en el que hacer del modelo capitalista dominicano actual, es necesario que el liderazgo empresarial deje de pensar, decir y actuar desde la perspectiva de la esclavitud. Mientras la cúpula empresarial dominicana siga aferrada solo a la acumulación de riquezas materiales, obviado de manera deliberada la responsabilidad social, la ética y la prosperidad de los trabajadores, será difícil integrar los ejes propuesto por Markus Gabriel a las actividades del capitalismo de República Dominicana: nueva ilustración, ética y un nuevo contrato social.
Tomando en cuenta las características actuales del capitalismo dominicano, la filosofía que predica Markus Gabriel tiene poca posibilidad de ser usada como referente positivo en las actividades de los viejos y jóvenes empresarios dominicanos. Además, en la sociedad dominicana subyacen otras fuerzas restrictivas que limitan hacer el bien que propone el filosofo alemán. Por ejemplo: alta informalidad laboral (más del 50% de la fuerza laboral está en la informalidad, lo que debilita la protección social), desigualdad estructural (la concentración de riqueza y oportunidades genera tensiones sociales y limita la cohesión), fragilidad institucional (persisten problemas de corrupción, impunidad, clientelismo, falta de transparencias y baja credibilidad institucional), dependencia externa (la economía dominicana está muy vinculada al turismo, las remesas y la inversión extranjera, lo que la hace vulnerable a crisis globales), entre otros factores adversos.
En definitiva, crear las condiciones favorables para aplicar el capitalismo ético de Gabriel en la República Dominicana implica, entre otros factores, transformar la lógica económica hacia la cooperación y la responsabilidad compartida, donde el éxito empresarial se mida no solo en ganancias y rentabilidad, sino en la capacidad de mejorar la vida de la mayoría. Sin duda, esto requiere un nuevo contrato social dominicano que combine ética, institucionalidad y participación ciudadana activa.