Guardianes de la verdad Editorial
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La privación de libertad, que por retrasos de la función penal afecta en el país a un elevado porcentaje de internos pendientes de juicio, está en gran medida convertida en la aplicación de castigos arbitrarios e ilegales. Pronta y expedita debería ser de manera permanente la dilucidación de los quebrantamientos a la ley. De lo contrario se desnaturaliza el fin de reparar los daños que a la sociedad causan los delitos que nunca debería ser con agresiones a lo que en el ámbito penal se denomina el debido proceso.

Mantener las cárceles por excesivo tiempo con una gran cantidad de personas a los que debe respetarse la presunción de inocencia hasta que sus casos alcancen la condición de lo definitivamente juzgado, supone incurrir en violaciones de garantías legales que obligan a auspiciarles procedimientos que conduzcan a la celebración de juicio justos e imparciales en plazos inviolables porque de lo contrario el sistema mismo se convierte en infractor. "Justicia tardía, justicia denegada".

Quienes por acción u omisión resten fluidez a los procesos administrativos y contenciosos que deben definir estatus de culpabilidad o inocencia incurren en una violación grave a los derechos humanos que procedería tipificar como "encarcelamiento sin condena ni razones legítimas". A todo interno de estas cárceles dominicanas, con algunas de ellas de características medievales en lo que llega una reforma civilizadora que se estancó hace tiempo, le asiste a la mayor brevedad, el derecho a ser oído y defenderse ante un juez imparcial.

Ha faltado voluntad política dirigida al descongestionar las cárceles acelerando procesos para lo cual procede respaldar con más recursos el rol que en los tribunales desempeña la Oficina Nacional de Defensa Pública, órgano auxiliar que en este momento, y por precariedad de medios opera con un déficit de 250 profesionales del derecho para ofrecer asistencia legal gratuita. Sus funciones no pueden seguir debilitadas institucionalmente por falta de recursos cuando lo que más abunda en las penitenciarías son los pobres de solemnidad. Con lo poco de que dispone logra con cierta frecuencias sentencias de "no ha lugar" y absoluciones.

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