Guardianes de la verdad Opinión

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Mi padre Miguel Ángel Rosa Muse (Pindú) decía que las relaciones valen más que el dinero, que son el mejor tesoro y marcan nuestra existencia. Siendo la familia el núcleo primario de nuestras relaciones en la sociedad, a partir de la cual vamos creando lazos y tejiendo vínculos que nos llenan y marcan por siempre

Me crié en “El Capacito”, de San Francisco de Macorís. En el estaba ubicada la casa de “Dona”, en la esquina de las calles Gregorio Rivas y Padre Brea. Con ella convivían sus nietos José Peña (el ñato), Manuel de Jesús Peña (Ciquillo) y Leonte Malena (Leontico). En el entorno residían Nelson Castillo María, Miguelón, Gustavo Peña, Andrés Flores, Dimas Alvarado (Dimita), Pedrito, Biara, Rety, Agustín, Guanchy, Ruth y muchos otros con los que nos relacionábamos mis hermanos Franklin, Miguelito y yo.

A poca distancia residían Aznaldo de la Cruz, Jesús García y los hijos de Bárbara: Guillermo, el Chino y Alfredo Jiminián. También compartíamos con los hijos de Lorenzo García y algunos de los muchachos de las calles Santa Ana, Gaspar Hernández, Duvergé, Salomé Ureña y Salcedo.

El barrio me aportó mis primeros amigos, a los que se sumarían posteriormente otros como Altagracia Paulino (Titi) y Gilberto Domínguez, al quien conocí en la escuela "Manuel María Castillo".

A finales del 1962 mis padres cargaron con la familia para la capital, porque Pindú entendía que si nos quedábamos en San Francisco no pasaríamos de ser zapateros, sastres o maestros de escuela.

Luz María, la hermana mayor, Miguelito y yo cursamos el bachillerato en el liceo nocturno "Eugenio María de Hostos". En él inicié mi participación organizada en el "MR 14 de Junio" y en la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER). Allí conocí al chino Bujosa, Erasmo Lara, Infante, Madera, Inés María Cuevas, Lesly Paulino Chávez y a José Alcántara Almanzar. Este último me prestó los primeros libros de literatura latinoamericana que leí. Tuve profesores de la talla de Darío Solano, Juanita Gómez, Bendrey, Monegro, Francisco Méndez Santos y Francisco Batista.

En la guerra patria del 1965 conocí a Fidel Guzmán, Eligio Antonio Blanco Peña, Pasito Polanco y decenas de combatientes con los que establecí vínculos que perduraron al igual que los fraguados en el curso de la militancia política revolucionaria, así como en la cárcel de "La Victoria" siendo preso político. Luego como estudiante de Derecho, en el ejercicio profesional, como empleado de la CDE y consultor jurídico del Comité Olímpico, he logrado muchísimos amigos, he conocido a gente muy buena y me he relacionado con millares de personas que me han brindado afectos y buen trato. He sido, puedo afirmar, un hombre afortunado.

Sobre el autor
Luis Felipe Rosa Hernández

Luis Felipe Rosa Hernández

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